martes, 8 de julio de 2014

EL BRILLO

Madrid es una ciudad de contrastes. Mi vida transcurre habitualmente por el centro de la ciudad. Pasan frente a mi PERSONAJES de toda índole y condición, (también soy uno de ellos).

Soy un animal de costumbres, desayuno en el mismo lugar, compro en las mismas tiendas y tengo creado un microcosmos similar al de un árbol de "El Retiro".

En la Gran vía madrileña hay varias personas que se dedican a uno de los oficios más habituales en una gran urbe; el limpiabotas.

De entre todos, destaca uno.
Una gran silla roja preside su estancia, invadida a su vez por carteles de toreros y fotos de Cantinflas.

"Desde México, el auténtico Rey del brillo" .- Reza su emblema.

Fotos y transeúntes. Transeúntes y fotos, no hay tiempo para el descanso.

De vez en cuando voy a limpiar mis zapatos.
Ignoro a "El Rey del Brillo" y me voy a ver a otro de sus compatriotas.

Es un mexicano bajito, ancho y de unos cincuenta años. En el invierno suele vestir con una chaqueta de cuero marrón y es un artesano a la hora de limpiar.

Normalmente hablamos de la crisis, de su llegada a España y de su añorado México.

No se plantea el volver allí.

Hace poco me dijo que la gente a penas requiere sus servicios.

Mi amigo no tiene una lustrosa silla roja, quizás sea por eso.

Lo que sé, es que él brilla tanto por dentro como por fuera.

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