viernes, 6 de octubre de 2017

AHORA MIRO HACIA ABAJO

Los pequeños "Ripley y Wicket".
Ahora miro hacia abajo. Cuando estoy en casa, cuando salgo a la calle e incluso mi forma de ver el mundo es de abajo hacia arriba.

Desde finales de agosto tengo dos perritos Carlino o Pug (como se les quiera llamar); y desde inicios de septiembre una gatita persa exótico.

Mi novia y yo hemos pasado de no tener ninguna mascota a un torbellino de responsabilidades, y la verdad, es que estamos muy contentos.
Te inunda la felicidad cuando un pequeño animal se alegra cuando te ve, cuando le sacas o le das de comer, eso es más reconfortante que muchas otras cosas en la vida.

Los pobrecillos, han estado enfermos por resfriado y el ver como se van curando, les sacas adelante y poco a poco crecen y tienen mayor vitalidad me hace sentir mejor persona y por consiguiente, más feliz.

Aunque no sólo nosotros somos los que salimos ganando, ellos también. Tienen un hogar, una buena alimentación y una familia que les quiere.
Lo único que les hace diferentes a nosotros, es que ellos no nos eligen. Les da igual que seamos más guapos, más feos, más altos o más delgados, mientras les des cariño (que es lo único que quieren), ellos te lo agradecerán eternamente (y otra cosa no, pero en esta familia están bien atendidos).

No es porque sean mis perros, pero sí os puedo decir que son dos cachorros que llaman la atención de lo guapos que son.
Todos los días la gente que me cruzo se para a jugar con ellos y me preguntan sus nombres. Ellos, por su lado, responden con juegos y lametones.

El otro día, sin ir más lejos, me senté en un banco que había en la entrada de un Carrefour mientras mi novia hacía la compra.
Un chico de uno de unos ocho o nueve años más joven que yo se sentó a mi lado.
A los pocos segundos se fijó en los perros.

- ¡Qué bonitos son! ¿Puedo tocarlos?

- Por supuesto. - Le respondí.

Este fue el primer síntoma de educación que vi por su parte, (cosa que me alegró) ya que en muchas otras ocasiones, la gente va directa a jugar con los perros y ni pregunta.

- ¿Te importaría que les hiciese una foto?

- Adelante, le respondí.

- Es que viene mi novia y a ella le encantan los perros. Le voy a decir .- Ven rápido, ¡hay cachorros!

Ambos reímos. En ese momento me di cuenta que era extranjero, muy probablemente inglés.

- ¿Son macho y hembra?

- Sí, este es el macho y esta es la hembra.

- Yo he tenido hembras, siempre son más revoltosas.

- Pues sí, tienes razón, son más revoltosas. También tengo una Bulldog Francés y no para. (Este perro está actualmente con mi madre).

- ¿Cómo se llaman?

- Ripley y Wicket.

- Ahhhh a ella le gusta "Alien"y él ¿Wicket, has dicho?

- Sí, Wicket como el Ewok de "Star Wars", de "El Retorno del Jedi".

- Ahhhhhhhh el Ewok. He pensado que la chica se llamaría "Wicket" por la segunda parte de la novela de "El Mago de Oz". Va en relación con la bruja y se llama "Wicket", por eso me ha sonado a femenino.

- Pues no.

- Ya veo. ¿Te gustan las películas y las series?

- Sí, bastante.

- ¿Has visto "Alien Covenant"?

- No. - Le respondí. (Por dentro me estaba muriendo, porque es una película que me hubiese gustado verla en pantalla grande y por timings me la perdí).

- No te digo nada entonces, pero me gustó, sí me gustó. Me gusta este universo que tiene relación con "Prometheus", es muy interesante.

- La verdad es que a mi también me gustó "Prometheus".

Nuestra conversación continuó al menos durante vente minutos, hablamos de cine, de series y de literatura.
El chico me confesó que lo que más hacía era leer y debido a su aspecto de gafas, delgado y de carácter introvertido pero afable, me lo creí.
Descubrí que le gustaba Philip K. Dick y la literatura de ciencia ficción, también Paul Thomas Anderson, yo le hablé de Werner Herzog y de un par de pelis que él no había visto y que anotó en su teléfono móvil.

Finalmente su novia llegó. Venía con unas flores que encontró en algún rincón (parecían lavanda) y se las dio al chico. Se besaron.
Rápidamente la chica centró su atención en los perros, se los presenté y nos despedimos.

- Por cierto ¿cómo te llamas? .- Me preguntó el chico.

- Kiko  y tú.- Le respondí.

- Michael. Ha sido un placer hablar contigo Kiko.

- Para mi también.

- Nos vamos a cenar, hasta otra.

- Hasta otra.

Michael y su novia se fueron. Yo les seguí con la mirada.
A continuación miré a mis animales. Otra vez hacia abajo. Sino hubiese sido por ellos, quizás nunca hubiese tenido aquella larga y grata conversación con aquel desconocido.
Me alegré, esos dos Carlinos me volvieron a levantar otra sonrisa.

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