No hay nada como proponerse muchas metas, aunque estas, en ocasiones, (sean difíciles de superar) es importante que las mismas no nos obsesionen.
Por mi parte, este año he querido igualar mi número de publicaciones en este blog a las creadas en 2017, pero por una cosa o por otra no me ha sido posible.
Mi vida, como la de muchos de vosotros no para de dar reveses que hacen que los planteamientos que tenía inicialmente no son los que había planeado.
Y es que algo así le sucede al protagonista de "El viejo y el Mar" la obra cumbre de Ernest Hemingway.
Un viejo pescador, perseguido por la mala suerte decide a diario salir a faenar sin traer consigo ni un mísero pez que llevar a tierra.
Mientras, la fortuna "navega" a su alrededor.
Un joven pescador trae consigo a diario dos y tres piezas mientras el vuelve a casa con las manos vacías.
Así que un buen día, decide que es el momento de acabar con esa mala racha y se mete en la mar con el único propósito de capturar a un gran pez.
Una vez leída la novela, podría decir que podría llegar a ser un paralelismo con muchas de nuestras vidas.
Esa sin razón que nos corroe a muchos de nosotros, un "por narices" voy a lograr este objetivo cueste lo que cueste es el motor vital del protagonista.
Un hombre solitario puede tomar malas decisiones o sin embargo tomar las adecuadas, pero a de tomarlas y el protagonista de la novela lo hace, con mayor o mejor fortuna, pero lo hace.
La edición del libro que os muestro llevaba rondando durante años por mi casa de Asturias (como veis incluso el precio está en pesetas) y siempre había querido leerlo, pero por hache o por be, nunca le había metido mano.
En ocasiones son tiempos vitales los que necesitamos para sumergirnos en alguna lectura. Podemos empezar un libro y retomarlo años después con mayor gana e ilusión que la primera vez que nos adentramos en sus páginas.
Tiempos y espacios vitales son los que necesitamos para aprender y poder solucionar nuestros propios conflictos. El protagonista de "El viejo y el mar", logra afrontar sus miedos a una edad adulta, anciana, pero nunca tardía, porque el dicho de más vale tarde que nunca cobra sentido en las líneas escritas por Hemingway.
Como apunte, decir, que la novela cuenta con una breve biografía del novelista estadounidense escrita por Carlos Pujol que me ha aproximado más a Hemingway y he aprendido muchas cosas sobre él que desconocía.
Llevándome incluso a la más absoluta admiración.
Esta es la primera de sus novelas que leo y vaticino que no será la última.
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