Uno tiene que mirar siempre a su alrededor. Tiene que saber ver más allá de un entorno cercano y considerar sus comportamientos y como estos pueden afectar a quienes le rodean.
Probablemente, hagamos sentir mal a nuestro entorno porque quizás nuestra infelicidad esté presente en nuestro día a día sin que nosotros mismos lo sepamos.
Recuerdo haber sentido una auténtica frustración cuando cumplí los treinta años. No era ni un mero reflejo de lo que quería llegar a ser.
No había cumplido mis metas profesionales, ni tampoco las personales.
A mi alrededor, amigos de la infancia y de la actualidad, se casaban, tenían hijos y poco a poco creaban núcleos familiares de los que yo, por mi lado, estaba muy lejos de llegar a construir.
Aquello me frustraba profundamente.
Han pasado cinco años de aquello y la culpa y el miedo siguen presentes en mi.
En muchas ocasiones, me alegro de haber recibido una educación cristiana en un colegio de los catalogados "de curas"; pero el sentimiento de culpabilidad y de castigo eterno que sufro a diario no me compensan en absoluto.
Me siento como una basura cuando no estoy trabajando, me siento culpable por sentirme bien, por divertirme, ¿eso es justo? ¿es lo que Dios quiere para mi? Creo que no.
Me da la sensación que ese ser omnipotente y omnipresente quiere lo mejor para mi y eso empieza con ser feliz conmigo mismo.
Bertrand Russell en su ensayo, nos da las claves de la infelicidad, ya que conociéndolas nos guiará el camino hacia la felicidad, aunque esta, en su plenitud siempre es inexistente.
A mi, por ejemplo, hay dos cosas que me rondan todo el día en la cabeza, el no tener trabajo y la consecuencia de la primera, no tener dinero.
¿Para qué se ha creado el dinero? Para tener tiempo libre. Cada vez valoro más tener tiempo libre.
Héctor, uno de mis mejores amigos, le pasaba lo mismo que a mi. No tenía tiempo libre.
Cuando se cambió de empresa no quiso negociar más salario, negoció tener más vacaciones.
Lo logró.
Y es que es muy importante conocernos a nosotros mismos y hacer de nuestro ocio una arma de descanso y de reflexión.
Ahora mimo estoy terminando de rodar una nueva película.
Son cientos los problemas que puede haber a la hora de producir algo y en muchas no soy capaz de desconectar de ellos incluso cuando duermo.
Me despierto entre pesadillas pensando que llego tarde a la citación o que he perdido tarjetas o materiales.
Goi, no para de decirme que no se puede vivir así, que hay que desconectar. Tiene razón.
"La conquista de la felicidad" empieza por uno mismo.
Sin duda, Goize, es la que guía mi destino y no para de inspirarme con sus palabras. - A ver Kiko ¿Cuántos años vamos a estar aquí? ¿Cuarenta más? De los cuales veinte vamos a estar cacharro. ¡No te agobies!
Goi es magia, felicidad y ganas de vivir. He empezado a leer sus libros, ¿qué mayor conquista puede haber que esa?
A mi ya me ha tocado la lotería. Por cierto el día quince, nos vamos a Londres.
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