Creo que entiendo el cine asiático. Con ello, también los excesos que en muchas ocasiones pueden darse en estas películas en cuanto a las interpretaciones, alejadas, muchas veces a lo que vemos en el cine occidental.
Si bien, los códigos utilizados en estos filmes juegan con la mezcla de géneros, en cine de terror solemos ver elementos de comedia, thrillers que se terminan convirtiendo en comedias o cine de terror puro y duro... Asumiendo estos hechos, tengo de decir que con "Parasite" ("Gisaengchung" - Joon-Ho Bong (2019)) no he sido capaz de conectar.
La ganadora del este último Festival de Cannes ha logrado el beneplácito de la crítica y de los espectadores "más eruditos" (entre comillas, por supuesto), que alejados de reconocer que la película tiene altibajos muy serios y que no es en absoluto la mejor película de su director, viven sumergidos en la vorágine de las redes sociales, quienes les inculcan que deben de alabar.
Y es que esta historia de perdedores y farsantes posee una premisa magistral, momentos que no se borrarán de mi cabeza, pero que en absoluto es la mejor película de este dos mil diecinueve.
Comienzan los SPOILERS.
La premisa de una familia de bajos recursos económicos, quienes interpretan varios papeles ante una familia pudiente con tal de encontrar trabajo, es una crítica al capitalismo, que como tal, me parece excelente, pero como se desarrolla no he sido capaz de entrar.
Estos perdedores son capaces de disfrutar de la casa de sus jefes cuando estos se van de viaje, lo que no esperan, es el regreso inesperado de estos.
La secuencia en la que se tienen que ocultar debajo de la mesa y escuchan como hacen el amor quienes les pagan es absolutamente memorable.
Lo es a su vez la secuencia elaborada o montage (término sacado del francés) en el que preparan un plan para deshacerse de la asistenta del hogar en beneficio de la madre de la familia.
Esas secuencias como la matanza final o la caída de la asistenta por las escaleras son dignos de quedarse para el recuerdo, pero en conjunto; bajo mi parecer, la película no se formula tan bien como para considerarse el mejor film de su realizador, ni para ser la mejor película del año y ni mucho menos la mejor película de Cannes donde compitieron grandes títulos como el de Tarantino o el de Almodóvar sin ir más lejos.
El efecto que tenemos a día de hoy con "Parasite", me recuerda al vivido años atrás con "Holy Motors" - Leos Carax (2012)) filme sin argumento definido, por momentos insoportable y que la élite de internet catalogó de obra maestra y de la que esa supuesta élite a día de hoy ni recuerda, ni menciona.
Y es que así son las modas, que tal y como vienen se van.
miércoles, 30 de octubre de 2019
martes, 29 de octubre de 2019
AMIGO
Hace bastantes años que conozco a Óscar Martín. Recuerdo, que Javier Botet me lo presentó en una de las fiestas que realizaba en su estudio.
Por aquel entonces, Javi, protagonizó el cortometraje "Bonsai" (Ídem, Óscar Martín (2011)), donde Botet realizaba uno de los mejores personajes que había hecho hasta la fecha.
Javi, alejado de las prótesis que le caracterizaban a la hora de realizar muchos de los personajes que le llegaban, veía en "Bonsai" la posibilidad de reivindicarse como actor.
Pasaron los años y fui viendo a Óscar y a su mujer Elena en cumpleaños, fiestas y quedadas. Siempre con un tono agradable, entusiasta y viendo el cine tal cual yo lo veía, amor, pasión y admiración.
Sino recuerdo mal, a inicios de este año o finales del anterior, Óscar y Elena decidieron gastarse sus ahorros construidos a base de esfuerzo y dedicación con su productora El Ojo Mecánico y rodar su primera película de ficción. Lo que se terminaría convirtiendo en "Amigo" (Ídem, Óscar Martín (2019)).
Así que se reunión con Botet y David Pareja e idearon lo que es para mi una de las películas del año.
Construida de una manera inteligente, el film se desarrolla en una sola localización debido a su escasez de presupuesto, a la cual Óscar logra sacar el máximo rendimiento.
Acompañada de una excelente elección lumínica orquestada por Alberto Morago, lo que comienza siendo una historia de amistad, se termina convirtiendo en un thriller donde la venganza y la culpa son los protagonistas de la historia.
Acierto incuestionable es, a su vez, la duración del metraje. La película es directa y concisa, obviando subtramas adheridas a los personajes que harían la película de mayor duración, pero que nos alejarían del conflicto que queremos abarcar.
A medida que avanza el film, nos damos cuenta que es un accidente de tráfico el que hace que la vida de estos dos personajes cambie.
Tanto es así, que uno de ellos queda postrado en la cama, mientras que el otro necesita una medicación diaria debido al impacto que ha sufrido en la cabeza.
Ahora bien, tras ese trasfondo aún hay más. La tercera en discordia. La mujer de Javi, quien muere en ese accidente de tráfico. Un personaje, que sin estar presente, es el motor del conflicto.
Es entonces cuando Javi no para de culpar a David del accidente, mientras que este, alega que fue un no fue intencionado.
Ni la buena predisposición de David a cuidar de su amigo, hará que el abismo que separa a los dos personajes se solucione, puesto que ya es tarde para curar las heridas. Unas heridas, tan profundas que ya no pueden cicatrizar.
Otros personajes deambulan por la película, siendo complementarios a la trama de la misma.
Por un lado la amante de David, interpretada por Esther Gimeno quien acusa a este de no pensar en él y estar supeditado a Javi.
A ella, le gustaría tener una relación con David, pero lo ve imposible dada la situación.
La fisioterapeuta que intenta ayudar a Javi a salir adelante a base de ejercicios. Una prostituta que aliviará a Javi en determinado momento; y Julián, el médico de David que se ve imposibilitado en recetarle la medicación a este debido a que las carreteras se encuentran cortadas como consecuencia del temporal.
Todos estos personajes, quedan muy bien orquestados por un guión sólido que bien le ha valido a la película tres premios en el Festival Nocturna de Madrid.
- Mejor Película
- Mejor director (Óscar Martín)
- Mejor Actor (David Pareja)
Y lo que les queda, puesto que "Amigo" aún no ha terminado su recorrido por festivales.
Ahora bien, si os topáis con la película en alguno de ellos no dudéis en verla, para mi, de lo mejor del año. Y no porque sea de mis AMIGOS, nunca mejor dicho :)
Por aquel entonces, Javi, protagonizó el cortometraje "Bonsai" (Ídem, Óscar Martín (2011)), donde Botet realizaba uno de los mejores personajes que había hecho hasta la fecha.
Javi, alejado de las prótesis que le caracterizaban a la hora de realizar muchos de los personajes que le llegaban, veía en "Bonsai" la posibilidad de reivindicarse como actor.
Pasaron los años y fui viendo a Óscar y a su mujer Elena en cumpleaños, fiestas y quedadas. Siempre con un tono agradable, entusiasta y viendo el cine tal cual yo lo veía, amor, pasión y admiración.
Sino recuerdo mal, a inicios de este año o finales del anterior, Óscar y Elena decidieron gastarse sus ahorros construidos a base de esfuerzo y dedicación con su productora El Ojo Mecánico y rodar su primera película de ficción. Lo que se terminaría convirtiendo en "Amigo" (Ídem, Óscar Martín (2019)).
Así que se reunión con Botet y David Pareja e idearon lo que es para mi una de las películas del año.
Construida de una manera inteligente, el film se desarrolla en una sola localización debido a su escasez de presupuesto, a la cual Óscar logra sacar el máximo rendimiento.
Acompañada de una excelente elección lumínica orquestada por Alberto Morago, lo que comienza siendo una historia de amistad, se termina convirtiendo en un thriller donde la venganza y la culpa son los protagonistas de la historia.
Acierto incuestionable es, a su vez, la duración del metraje. La película es directa y concisa, obviando subtramas adheridas a los personajes que harían la película de mayor duración, pero que nos alejarían del conflicto que queremos abarcar.
A medida que avanza el film, nos damos cuenta que es un accidente de tráfico el que hace que la vida de estos dos personajes cambie.
Tanto es así, que uno de ellos queda postrado en la cama, mientras que el otro necesita una medicación diaria debido al impacto que ha sufrido en la cabeza.
Ahora bien, tras ese trasfondo aún hay más. La tercera en discordia. La mujer de Javi, quien muere en ese accidente de tráfico. Un personaje, que sin estar presente, es el motor del conflicto.
Es entonces cuando Javi no para de culpar a David del accidente, mientras que este, alega que fue un no fue intencionado.
Ni la buena predisposición de David a cuidar de su amigo, hará que el abismo que separa a los dos personajes se solucione, puesto que ya es tarde para curar las heridas. Unas heridas, tan profundas que ya no pueden cicatrizar.
Otros personajes deambulan por la película, siendo complementarios a la trama de la misma.
Por un lado la amante de David, interpretada por Esther Gimeno quien acusa a este de no pensar en él y estar supeditado a Javi.
A ella, le gustaría tener una relación con David, pero lo ve imposible dada la situación.
La fisioterapeuta que intenta ayudar a Javi a salir adelante a base de ejercicios. Una prostituta que aliviará a Javi en determinado momento; y Julián, el médico de David que se ve imposibilitado en recetarle la medicación a este debido a que las carreteras se encuentran cortadas como consecuencia del temporal.
Todos estos personajes, quedan muy bien orquestados por un guión sólido que bien le ha valido a la película tres premios en el Festival Nocturna de Madrid.
- Mejor Película
- Mejor director (Óscar Martín)
- Mejor Actor (David Pareja)
Y lo que les queda, puesto que "Amigo" aún no ha terminado su recorrido por festivales.
Ahora bien, si os topáis con la película en alguno de ellos no dudéis en verla, para mi, de lo mejor del año. Y no porque sea de mis AMIGOS, nunca mejor dicho :)
domingo, 27 de octubre de 2019
ALMOST GHOSTS
Hace ya unos años que conozco a Ana Ramón Rubio. Durante todo este tiempo no ha parado de crear. Webseries, cortometrajes... y ahora, nos sorprende con esta su primera película, el documental "Almost Ghosts" (Ídem, Ana Ramón Rubio (2018)).
El film, cuenta con un hilo conductor llevado por tres personajes (a cual más singular) que nos cuentan lo que es y lo que ha sido la Ruta 66 estadounidense.
Lugar de tránsito en el pasado y de visitantes ávidos de conocer la América Profunda en la actualidad.
Y es que en el país norteamericano, el vender forma parte de la idiosincrasia del los habitantes de dicho país. La monetización de la ruta y la desolación actual están ligados al devenir de los acontecimientos.
Los personajes elegidos por la directora, hablan de lo que han sido sus vidas y como las viven a día de hoy. Dos de ellos coinciden en reflejar lo que era la vida en la Ruta 66 con lo que se cuenta en la novela de John Steinbeck "Las uvas de la ira" ("The grapes of wrath" - John Steinbeck (1939)) que a su vez, llevó al cine magistralmente John Ford allá por el año 1940.
Personajes que vivían en la carretera, con vidas errantes, que buscaban como ganarse la vida en la época de la Gran Depresión que asoló a Estados Unidos.
Esos niños, quienes vivieron aquellos tiempos con pesar, a día de hoy son ancianos que han visto la decadencia de un paso geográfico que fue un enclave arterial de la red de comunicaciones del país norteamericano y que a día de hoy únicamente podemos encontrar en él, paisajes vacíos, asolados y decorados por pueblos fantasmas, algunos desocupados por completo y otros, con un número tan insignificante de habitantes que apenas se pueden mantener.
Entre los entrevistados se encuentran Ángel Delgadillo, que vive en un pueblecillo llamado Seligman y que es conocido como el último barbero de Arizona.
Gracias a él y a otros vecinos, tras la construcción de las autovías que desviaron todo el tráfico de la Ruta 66, hizo que se mejorasen las comunicaciones entre su pueblo y otros limítrofes para así, atraer a los turistas.
El entrañable Lowell Davis, quien a sus ochenta años es uno de los pocos habitantes de Red Oak II en Missouri. Un pueblo casi fantasma que él se dedica a restaurar. Pinta las casas desocupadas y crea bonitos carteles que decoran el ancho y largo de la Ruta 66. Y es que Lowell, trabajó durante años en el mundo de publicidad. Su visión creativa es tal, que estamos ante un artista con un estilo propio y cuyas obras (al menos para mi) podrían decorar a la perfección museos o galerías de arte.
Por último (y no por ello el menos importante) se encuentra Harley Russell quien ameniza las veladas de la Ruta 66 con sus espectáculos y actuaciones.
Y es que Russell, ha hecho una promesa a su mujer, que nunca dejará de hacer el espectáculo que ellos dos crearon y el cual se ve obligado a hacer sólo tras la muerte de esta.
"Almost Ghosts" es sin duda una de esas películas que nos transportan a un estilo de vida, a una reflexión, que de por si proporciona una nostalgia adquirida, que bien, podría reflejar lo que ha sido y lo que es la sociedad estadounidense, un estilo de vida, que sin duda posee una identidad propia.
El film, cuenta con un hilo conductor llevado por tres personajes (a cual más singular) que nos cuentan lo que es y lo que ha sido la Ruta 66 estadounidense.
Lugar de tránsito en el pasado y de visitantes ávidos de conocer la América Profunda en la actualidad.
Y es que en el país norteamericano, el vender forma parte de la idiosincrasia del los habitantes de dicho país. La monetización de la ruta y la desolación actual están ligados al devenir de los acontecimientos.
Los personajes elegidos por la directora, hablan de lo que han sido sus vidas y como las viven a día de hoy. Dos de ellos coinciden en reflejar lo que era la vida en la Ruta 66 con lo que se cuenta en la novela de John Steinbeck "Las uvas de la ira" ("The grapes of wrath" - John Steinbeck (1939)) que a su vez, llevó al cine magistralmente John Ford allá por el año 1940.
Personajes que vivían en la carretera, con vidas errantes, que buscaban como ganarse la vida en la época de la Gran Depresión que asoló a Estados Unidos.
Esos niños, quienes vivieron aquellos tiempos con pesar, a día de hoy son ancianos que han visto la decadencia de un paso geográfico que fue un enclave arterial de la red de comunicaciones del país norteamericano y que a día de hoy únicamente podemos encontrar en él, paisajes vacíos, asolados y decorados por pueblos fantasmas, algunos desocupados por completo y otros, con un número tan insignificante de habitantes que apenas se pueden mantener.
Entre los entrevistados se encuentran Ángel Delgadillo, que vive en un pueblecillo llamado Seligman y que es conocido como el último barbero de Arizona.
Gracias a él y a otros vecinos, tras la construcción de las autovías que desviaron todo el tráfico de la Ruta 66, hizo que se mejorasen las comunicaciones entre su pueblo y otros limítrofes para así, atraer a los turistas.
El entrañable Lowell Davis, quien a sus ochenta años es uno de los pocos habitantes de Red Oak II en Missouri. Un pueblo casi fantasma que él se dedica a restaurar. Pinta las casas desocupadas y crea bonitos carteles que decoran el ancho y largo de la Ruta 66. Y es que Lowell, trabajó durante años en el mundo de publicidad. Su visión creativa es tal, que estamos ante un artista con un estilo propio y cuyas obras (al menos para mi) podrían decorar a la perfección museos o galerías de arte.
Por último (y no por ello el menos importante) se encuentra Harley Russell quien ameniza las veladas de la Ruta 66 con sus espectáculos y actuaciones.
Y es que Russell, ha hecho una promesa a su mujer, que nunca dejará de hacer el espectáculo que ellos dos crearon y el cual se ve obligado a hacer sólo tras la muerte de esta.
"Almost Ghosts" es sin duda una de esas películas que nos transportan a un estilo de vida, a una reflexión, que de por si proporciona una nostalgia adquirida, que bien, podría reflejar lo que ha sido y lo que es la sociedad estadounidense, un estilo de vida, que sin duda posee una identidad propia.
sábado, 26 de octubre de 2019
EL THRILLER USA DE LOS 70
Una de las cosas que siempre he defendido, es que que quien quiera conocer sobre el séptimo arte, además de ver muchas películas (eso por descontado) debe de leer mucho sobre cine.
La lectura, hábito que a día de hoy cuenta con menos adeptos (por desgracia) es una forma de abarcar mayor conocimiento y de descubrir cosas que desconocíamos.
En los libros dedicados al cine, en muchas ocasiones, nos sirven para que podamos conocer directores, películas o movimientos cinematográficos que desconocíamos.
Y esto es lo que podemos encontrar en este, "El thriller USA de los 70" coordinado por Antonio José Navarro que hoy quiero comentaros.
Si bien, todos conocemos lo que supusieron los años setenta en el cine estadounidense, se comenzaron a abordar otras temáticas y los cineastas decidían rodar en espacios naturales y las cámaras volaban.
Zooms trepidantes, movimientos de cámara imposibles y narrativas realistas, próximas al documental, abordaron películas que a día de hoy han quedado grabadas en el subconsciente colectivo. Por así decirlo, la revolución que sin embargo, en un principio, lejos estaría de instaurarse debido a un cine en ocasiones tan encorsetado como el de los 60.
De entre todas las que en este libro se comentan, varios coinciden en ciertos títulos que si bien pudieron en cierta medida pasar desapercibidos o ser considerados películas más dentro de su género, se convirtieron en un estandarte de la época.
"French Connection: Contra el imperio de la la droga" ("The French connection", William Friedkin (1971), su secuela "French Connection II" ("The French Connection II", John Frankenheimer (1975)), "Taxi Driver" (Ídem - Martin Scorsese (1976)), "El Justiciero de la ciudad" ("Death Wish", Michael Winner (1974)) y "A la caza" ("Crusing", William Friedkin (1980)) - aunque esta última pertenece a los ochenta, si es el estandarte del fin de una era un tanto irreverente para el Hollywood clásico y que abrió la frontera de que algo distinto se podía llegar a hacer en la meca del cine.
Como todo movimiento, el thriller de los setenta en los Estados Unidos tenía sus propias estrellas. Charles Bronson, Gene Hackman, Robert de Niro, Al Pacino o Clint Eastwood quien se convirtió en un referente con la saga de "Harry el Sucio", que se estiró hasta bien entrados los años ochenta y que alejó al mítico actor del spaghetti western, género que le convirtió a su vez en un icono normal.
A su vez, de este género surgieron otros subgéneros como el Blackexplotation, donde la reivindicación de los actores y directores negros alejados de las mayors supuso también un impacto en la sociedad estadounidense.
La saga "Shaft", estrellas como Fred Williamson, Richard Roundtree o Pam Grier fueron tan transcendentes e importantes como los que protagonizaban las grandes películas producidas por las multinacionales.
Al igual que sus icónicos intérpretes, también tuvieron su importancia los directores William Friedkin, Martin Scorsese, Michael Winner, John Frankenheimer, J. Lee Thompson (aunque este realmente despuntó en los 80) quienes marcaron un estilo a un género, al cual todos los que hacemos películas respetamos y por supuesto, admiramos.
Muy buena lectura, constructiva y amena. Altamente recomendable.
La lectura, hábito que a día de hoy cuenta con menos adeptos (por desgracia) es una forma de abarcar mayor conocimiento y de descubrir cosas que desconocíamos.
En los libros dedicados al cine, en muchas ocasiones, nos sirven para que podamos conocer directores, películas o movimientos cinematográficos que desconocíamos.
Y esto es lo que podemos encontrar en este, "El thriller USA de los 70" coordinado por Antonio José Navarro que hoy quiero comentaros.
Si bien, todos conocemos lo que supusieron los años setenta en el cine estadounidense, se comenzaron a abordar otras temáticas y los cineastas decidían rodar en espacios naturales y las cámaras volaban.
Zooms trepidantes, movimientos de cámara imposibles y narrativas realistas, próximas al documental, abordaron películas que a día de hoy han quedado grabadas en el subconsciente colectivo. Por así decirlo, la revolución que sin embargo, en un principio, lejos estaría de instaurarse debido a un cine en ocasiones tan encorsetado como el de los 60.
De entre todas las que en este libro se comentan, varios coinciden en ciertos títulos que si bien pudieron en cierta medida pasar desapercibidos o ser considerados películas más dentro de su género, se convirtieron en un estandarte de la época.
"French Connection: Contra el imperio de la la droga" ("The French connection", William Friedkin (1971), su secuela "French Connection II" ("The French Connection II", John Frankenheimer (1975)), "Taxi Driver" (Ídem - Martin Scorsese (1976)), "El Justiciero de la ciudad" ("Death Wish", Michael Winner (1974)) y "A la caza" ("Crusing", William Friedkin (1980)) - aunque esta última pertenece a los ochenta, si es el estandarte del fin de una era un tanto irreverente para el Hollywood clásico y que abrió la frontera de que algo distinto se podía llegar a hacer en la meca del cine.
Como todo movimiento, el thriller de los setenta en los Estados Unidos tenía sus propias estrellas. Charles Bronson, Gene Hackman, Robert de Niro, Al Pacino o Clint Eastwood quien se convirtió en un referente con la saga de "Harry el Sucio", que se estiró hasta bien entrados los años ochenta y que alejó al mítico actor del spaghetti western, género que le convirtió a su vez en un icono normal.
A su vez, de este género surgieron otros subgéneros como el Blackexplotation, donde la reivindicación de los actores y directores negros alejados de las mayors supuso también un impacto en la sociedad estadounidense.
La saga "Shaft", estrellas como Fred Williamson, Richard Roundtree o Pam Grier fueron tan transcendentes e importantes como los que protagonizaban las grandes películas producidas por las multinacionales.
Al igual que sus icónicos intérpretes, también tuvieron su importancia los directores William Friedkin, Martin Scorsese, Michael Winner, John Frankenheimer, J. Lee Thompson (aunque este realmente despuntó en los 80) quienes marcaron un estilo a un género, al cual todos los que hacemos películas respetamos y por supuesto, admiramos.
Muy buena lectura, constructiva y amena. Altamente recomendable.
martes, 22 de octubre de 2019
EL CRACK CERO
Siete años han pasado desde la última película de José Luis Garci, "Holmes & Watson: Madrid Days" (Ídem - José Luis Garci (2012)) y la friolera de treinta y seis años desde "El Crack II" (Ídem - José Luis Garci (1983)) donde se contaban las últimas peripecias del detective privado Germán Areta.
"El crack cero" (Ídem - José Luis Garci (2019)) es el primer Spin off de la historia del cine español con lo cual, por decreto y sólo por eso deberíamos de tenerla en consideración.
Más que por dicha circunstancia, debemos de tenerla en cuenta porque me atrevo a decir (sin ningún tipo de tapujos) que es la mejor película de su realizador en los últimos veinte años.
Muy probablemente, cuando el director madrileño deje de filmar (espero que lo haga dentro de mucho tiempo) observemos lo que ya a día de hoy es la trilogía de "El crack", la estudiemos y la analicemos como un elemento fundamental dentro de su filmografía. Aún más allá del Oscar recibido en el año 1983 por "Volver a empezar" (Ídem - José Luis Garci (1982)), que supuso la primera estatuilla dorada para nuestro cine.
Ahora bien, centrándonos ya en la película y desde un punto de vista argumental, podemos descifrar la declaración de intenciones tanto de Garci como de su co-guionista Javier Muñoz, quienes juegan sin patujos a una historia de detectives clásica, como las de antes, como las que ya no se hacen.
Nada más comenzar el film, tras un duro enfrentamiento en un bar. Areta se dirige a una sala con billares. Allí, se encuentra "El moro" quien coloca unas bolas sobre un tapete.
Bajo esa poderosa imagen en plano general, vemos la dedicatoria del director:
"A James M. Cain".
- Maestro incontestable de la novela negra a quien debemos títulos como la mil veces adaptada "El cartero siempre llama dos veces" ("The postman always rings twice" - James M. Cain (1934)) o "Pacto de Sangre" ("Double Idemnity" - James M. Cain (1936)) -
Con lo cual, ya sabemos lo que nos vamos a encontrar. Ese halo de novela negra, de la cual toma su referencia principal, se ve plasmada de una manera directa en la elección de la fotografía.
Llevada elegantemente y sin excesos por medio de su director de fotografía Luis Ángel Pérez quien dibuja planos preciosistas a base de contraluces, luces directas u otras muy pequeñas y en ocasiones imperceptibles, que decoran el mundo en el que se mueve este Areta.
Tiempos convulsos, sin ningún género de dudas, donde la España de 1975 sabía que de un momento a otro el General Francisco Franco podía morir y nadie sabía con certeza cual iba a ser el devenir de España como país.
Y es que Areta es un hombre comprometido con su trabajo, con su moral. Tras muchos vaivenes ha logrado estabilizarse emocionalmente y llevar una vida más o menos normal. Mientras, lo que le rodea es tan inusual (SPOILER) que ni siquiera él es capaz de controlarlo.
El universo que rodea al detective es feo (por así decirlo), ya sea por casos relacionados con el dinero, la traición o el conflicto de intereses, así que quienes le rodean pueden salir perjudicados, como es el caso de la novia de Areta que es asesinada por medio del esbirro de su principal sospechoso.
"El crack cero" rezuma a sabiduría, conocimiento, a otra manera de vivir. Nos muestra como se divertían las personas en los setenta, como se comunicaban y lo que es más importante, como se relacionaban.
En mi caso, soy un niño nacido en los ochenta y criado a principios de los noventa. Recuerdo con nostalgia como quedabas en un sitio a una hora y aparecías, sin necesidad de mensajes de whatsapp, ni similares.
También, el llamar a los teléfonos fijos y preguntar si se encontraba la persona con la que querías hablar. Todo eso se ha perdido, la vida ha evolucionado, y en definitiva, sin quererlo, somos más dependientes de la tecnología de lo que fueron nuestros padres y eso que ellos quizás la hubiesen aprovechado mejor.
Si a ese halo de nostalgia y de buena puesta en escena que tiene "El crack cero" le sumamos unas interpretaciones brillantes Carlos Santos, Raúl Mérida y Miguel Ángel Muñoz, Patricia Vico, Macarena Gómez... Nos encontramos ante un cocktail perfecto para disfrutar del buen cine en la gran pantalla.
Garci ha vuelto y por lo ha hecho por la puerta grande. Enhorabuena.
"El crack cero" (Ídem - José Luis Garci (2019)) es el primer Spin off de la historia del cine español con lo cual, por decreto y sólo por eso deberíamos de tenerla en consideración.
Más que por dicha circunstancia, debemos de tenerla en cuenta porque me atrevo a decir (sin ningún tipo de tapujos) que es la mejor película de su realizador en los últimos veinte años.
Muy probablemente, cuando el director madrileño deje de filmar (espero que lo haga dentro de mucho tiempo) observemos lo que ya a día de hoy es la trilogía de "El crack", la estudiemos y la analicemos como un elemento fundamental dentro de su filmografía. Aún más allá del Oscar recibido en el año 1983 por "Volver a empezar" (Ídem - José Luis Garci (1982)), que supuso la primera estatuilla dorada para nuestro cine.
Ahora bien, centrándonos ya en la película y desde un punto de vista argumental, podemos descifrar la declaración de intenciones tanto de Garci como de su co-guionista Javier Muñoz, quienes juegan sin patujos a una historia de detectives clásica, como las de antes, como las que ya no se hacen.
Nada más comenzar el film, tras un duro enfrentamiento en un bar. Areta se dirige a una sala con billares. Allí, se encuentra "El moro" quien coloca unas bolas sobre un tapete.
Bajo esa poderosa imagen en plano general, vemos la dedicatoria del director:
"A James M. Cain".
- Maestro incontestable de la novela negra a quien debemos títulos como la mil veces adaptada "El cartero siempre llama dos veces" ("The postman always rings twice" - James M. Cain (1934)) o "Pacto de Sangre" ("Double Idemnity" - James M. Cain (1936)) -
Con lo cual, ya sabemos lo que nos vamos a encontrar. Ese halo de novela negra, de la cual toma su referencia principal, se ve plasmada de una manera directa en la elección de la fotografía.
Llevada elegantemente y sin excesos por medio de su director de fotografía Luis Ángel Pérez quien dibuja planos preciosistas a base de contraluces, luces directas u otras muy pequeñas y en ocasiones imperceptibles, que decoran el mundo en el que se mueve este Areta.
Tiempos convulsos, sin ningún género de dudas, donde la España de 1975 sabía que de un momento a otro el General Francisco Franco podía morir y nadie sabía con certeza cual iba a ser el devenir de España como país.
Y es que Areta es un hombre comprometido con su trabajo, con su moral. Tras muchos vaivenes ha logrado estabilizarse emocionalmente y llevar una vida más o menos normal. Mientras, lo que le rodea es tan inusual (SPOILER) que ni siquiera él es capaz de controlarlo.
El universo que rodea al detective es feo (por así decirlo), ya sea por casos relacionados con el dinero, la traición o el conflicto de intereses, así que quienes le rodean pueden salir perjudicados, como es el caso de la novia de Areta que es asesinada por medio del esbirro de su principal sospechoso.
"El crack cero" rezuma a sabiduría, conocimiento, a otra manera de vivir. Nos muestra como se divertían las personas en los setenta, como se comunicaban y lo que es más importante, como se relacionaban.
En mi caso, soy un niño nacido en los ochenta y criado a principios de los noventa. Recuerdo con nostalgia como quedabas en un sitio a una hora y aparecías, sin necesidad de mensajes de whatsapp, ni similares.
También, el llamar a los teléfonos fijos y preguntar si se encontraba la persona con la que querías hablar. Todo eso se ha perdido, la vida ha evolucionado, y en definitiva, sin quererlo, somos más dependientes de la tecnología de lo que fueron nuestros padres y eso que ellos quizás la hubiesen aprovechado mejor.
Si a ese halo de nostalgia y de buena puesta en escena que tiene "El crack cero" le sumamos unas interpretaciones brillantes Carlos Santos, Raúl Mérida y Miguel Ángel Muñoz, Patricia Vico, Macarena Gómez... Nos encontramos ante un cocktail perfecto para disfrutar del buen cine en la gran pantalla.
Garci ha vuelto y por lo ha hecho por la puerta grande. Enhorabuena.
domingo, 20 de octubre de 2019
MIENTRAS DURE LA GUERRA
Tiempos convulsos estos que nos han tocado vivir. Si bien parecía que las heridas del pasado habían quedado cerradas, con el paso del tiempo, nos damos cuenta que nuestro país aún está muy lejos de ser un estado de paz y de concordia.
Sin bien con el paso de la dictadura a la democracia eso se consiguió (a duras penas), las desigualdades económicas entre comunidades autónomas y el beneficio industrial a favor de unas y en contra de otras, ha hecho que esas brechas sean aún más incisas.
En cuanto a la nueva película de Alejandro Amenábar, debemos de tener en cuenta el contexto donde se nos sitúa la acción. Los inicios de la Guerra Civil Española, el fin de la segunda República y el alzamiento de Francisco Franco. Todo ello, decorado con un Miguel de Unamuno que no quiere ver en un principio la realidad de un conflicto que se estaba consumando, pero que al final tiene que admitir y que le lleva a enemistarse con quienes en un principio parecían los salvadores de la patria.
Vista la película, no me parece partidaria al bloque de la izquierda, sino que en resumidas cuentas, me parece un fiel retrato de lo que acontecieron aquellos tiempos y el estado de confusión que supuso una guerra que enfrentó a los españoles de la época y que aún, a día de hoy seguimos arrastrando como sociedad.
De factura impecable (tal y como acostumbra su director), "Mientras dure la Guerra" (Ídem, Alejandro Amenábar (2019)) es una película que ahonda desde un prisma de la distancia, como mero testigo de acontecimientos pasados lo que es la idiosincrasia española, como somos, lo que somos y por qué lo somos.
Ya que aquí (me imagino que como en muchas partes del mundo), la política se toma de un modo radical y por la fuerza, desde una pasión más arraigada al mundo futbolístico que a una corriente de pensamiento que pueda otorgar la razón.
Esa razón, sin embargo, está aquí reflejada en un Unamuno (interpretado magistralmente por Karra Elejalde) quien deambula por las calles de Salamanca. Ciudad universitaria por excelencia y llena de vida, que por aquel entonces se encontraba sumida en calles vacías y desangeladas, víctimas al fin y al cabo de los hechos que allí acontecían.
Personas que morían, otras que desaparecían y un pesar general de incertidumbre, donde no se sabía que iba a suceder con un país rodeado de conflictos bélicos emergentes como la II Guerra Mundial (a la cuál hubiésemos entrado de no ser por nuestra guerra civil) que hacían de España un preámbulo de lo que sería Europa en los siguientes años.
Además de la citada interpretación de Karra Elejalde, cabe destacar la del siempre perfecto Eduard Fernández, que interpreta al histriónico Millán-Astray, mano derecha del futuro dictador y que se caracterizaba por un aspecto físico desagradable, (le faltaba un ojo, era tullido...) y que bien reflejaba lo que iba a ser la dictadura franquista.
Cabe destacar a su vez a Santi Prego como el general Franco. Sin ningún género de dudas, el mejor Franco que ha dado nuestro cine.
Como escenas a destacar, son maravillosas las secuencias entre los tres amigos Unamuno, Salvador Vila y Atilano Coco, ya sean en la calle, en los bares o en las afueras de Salamanca.
Aquellas conversaciones son un fiel reflejo de la España de la época, una España que aún perdura.
Sin bien con el paso de la dictadura a la democracia eso se consiguió (a duras penas), las desigualdades económicas entre comunidades autónomas y el beneficio industrial a favor de unas y en contra de otras, ha hecho que esas brechas sean aún más incisas.
En cuanto a la nueva película de Alejandro Amenábar, debemos de tener en cuenta el contexto donde se nos sitúa la acción. Los inicios de la Guerra Civil Española, el fin de la segunda República y el alzamiento de Francisco Franco. Todo ello, decorado con un Miguel de Unamuno que no quiere ver en un principio la realidad de un conflicto que se estaba consumando, pero que al final tiene que admitir y que le lleva a enemistarse con quienes en un principio parecían los salvadores de la patria.
Vista la película, no me parece partidaria al bloque de la izquierda, sino que en resumidas cuentas, me parece un fiel retrato de lo que acontecieron aquellos tiempos y el estado de confusión que supuso una guerra que enfrentó a los españoles de la época y que aún, a día de hoy seguimos arrastrando como sociedad.
De factura impecable (tal y como acostumbra su director), "Mientras dure la Guerra" (Ídem, Alejandro Amenábar (2019)) es una película que ahonda desde un prisma de la distancia, como mero testigo de acontecimientos pasados lo que es la idiosincrasia española, como somos, lo que somos y por qué lo somos.
Ya que aquí (me imagino que como en muchas partes del mundo), la política se toma de un modo radical y por la fuerza, desde una pasión más arraigada al mundo futbolístico que a una corriente de pensamiento que pueda otorgar la razón.
Esa razón, sin embargo, está aquí reflejada en un Unamuno (interpretado magistralmente por Karra Elejalde) quien deambula por las calles de Salamanca. Ciudad universitaria por excelencia y llena de vida, que por aquel entonces se encontraba sumida en calles vacías y desangeladas, víctimas al fin y al cabo de los hechos que allí acontecían.
Personas que morían, otras que desaparecían y un pesar general de incertidumbre, donde no se sabía que iba a suceder con un país rodeado de conflictos bélicos emergentes como la II Guerra Mundial (a la cuál hubiésemos entrado de no ser por nuestra guerra civil) que hacían de España un preámbulo de lo que sería Europa en los siguientes años.
Además de la citada interpretación de Karra Elejalde, cabe destacar la del siempre perfecto Eduard Fernández, que interpreta al histriónico Millán-Astray, mano derecha del futuro dictador y que se caracterizaba por un aspecto físico desagradable, (le faltaba un ojo, era tullido...) y que bien reflejaba lo que iba a ser la dictadura franquista.
Cabe destacar a su vez a Santi Prego como el general Franco. Sin ningún género de dudas, el mejor Franco que ha dado nuestro cine.
Como escenas a destacar, son maravillosas las secuencias entre los tres amigos Unamuno, Salvador Vila y Atilano Coco, ya sean en la calle, en los bares o en las afueras de Salamanca.
Aquellas conversaciones son un fiel reflejo de la España de la época, una España que aún perdura.
sábado, 19 de octubre de 2019
MARIANNE
Como he comentado en anteriores post, gracias a las plataformas, podemos acceder a contenido de todo el mundo y disfrutar de nuestros ratos de ocio con material audiovisual, que raramente llegaría a nuestras manos en otros tiempos.
Un ejemplo de esto es la serie original producida por Netflix, "Marianne".
Dicha ficción, cuenta la historia de una escritora de éxito que abandonó hace años su pueblo natal (siendo una adolescente), debido a un hecho que concluyó con la muerte de la hermana menor de una de sus amigas.
Incluso su familia, no ha sabido nada de ella en los últimos tiempos a pesar de ser una reconocida escritora. Y es que Emma, la protagonista de esta historia es una chica segura de si misma y que al parecer no le debe de rendir cuentas a nadie, aunque internamente no piense lo mismo.
Durante la firma de su última novela recibe la inesperada visita de una chica de su pueblo. La mujer, asegura que Marianne, el ente demoniaco de sus novelas, ha poseído a su madre y que Emma debe de volver a su pueblo para ayudarla.
La joven escritora (SPOILER) tras presenciar el suicidio de su amiga de la infancia decide acudir a su pueblo natal y ver en primera persona lo que allí sucede.
Sorprendentemente, se encontrará con una anciana poseída y con un misterio que debe de resolver, por que ¿quién es realmente Marianne? ¿Existe? o sólo es fruto de la imaginación de Emma.
Vista la serie, me ha parecido bastante solvente y afortunada tanto en el fondo como en la forma. Sabe reinventarse así misma y utiliza muy bien los flashbacks cuando quiere aportarnos información sobre un hecho en concreto o para explicar porqué ciertos personajes son como son.
Me gusta la relación de Emma con sus padres, quienes a día de hoy aún les siguen achacando en cara lo que hizo en el pasado y por lo que parece, no la perdonarán nunca.
También es interesante la relación que tiene con sus amigos de la infancia. Un grupo de amigos donde siempre está bien pensar en los antiguos amores o relaciones entre unos y otros que nunca podrán resolverse (sobretodo en el ámbito amoroso) porque como seres humanos, percibimos de distinta manera lo que otros nos transmiten. Por eso las relaciones amorosas son tan difíciles que se den y más aún de que funcionen.
En cuanto al elemento de terror, me parece muy bien llevado. Creo que está repartido de manera inteligente a lo largo de la serie y sin bien, (por así decirlo) podría haber ido más a saco, me da la sensación que tiene el punto medio para hacerlo interesante.
Con todo, creo que "Marianne"es uno de los descubrimientos de este 2019, que en cuanto a nuevas series ya nos ha hecho unos buenos regalos y que se establecido con finales de temporadas de algunas míticas y continuaciones de otras que han dejado el listón bastante alto.
Con muchas ganas de una nueva temporada de esta serie francesa, la cual, seguramente no nos dejará insatisfechos.
Un ejemplo de esto es la serie original producida por Netflix, "Marianne".
Dicha ficción, cuenta la historia de una escritora de éxito que abandonó hace años su pueblo natal (siendo una adolescente), debido a un hecho que concluyó con la muerte de la hermana menor de una de sus amigas.
Incluso su familia, no ha sabido nada de ella en los últimos tiempos a pesar de ser una reconocida escritora. Y es que Emma, la protagonista de esta historia es una chica segura de si misma y que al parecer no le debe de rendir cuentas a nadie, aunque internamente no piense lo mismo.
Durante la firma de su última novela recibe la inesperada visita de una chica de su pueblo. La mujer, asegura que Marianne, el ente demoniaco de sus novelas, ha poseído a su madre y que Emma debe de volver a su pueblo para ayudarla.
La joven escritora (SPOILER) tras presenciar el suicidio de su amiga de la infancia decide acudir a su pueblo natal y ver en primera persona lo que allí sucede.
Sorprendentemente, se encontrará con una anciana poseída y con un misterio que debe de resolver, por que ¿quién es realmente Marianne? ¿Existe? o sólo es fruto de la imaginación de Emma.
Vista la serie, me ha parecido bastante solvente y afortunada tanto en el fondo como en la forma. Sabe reinventarse así misma y utiliza muy bien los flashbacks cuando quiere aportarnos información sobre un hecho en concreto o para explicar porqué ciertos personajes son como son.
Me gusta la relación de Emma con sus padres, quienes a día de hoy aún les siguen achacando en cara lo que hizo en el pasado y por lo que parece, no la perdonarán nunca.
También es interesante la relación que tiene con sus amigos de la infancia. Un grupo de amigos donde siempre está bien pensar en los antiguos amores o relaciones entre unos y otros que nunca podrán resolverse (sobretodo en el ámbito amoroso) porque como seres humanos, percibimos de distinta manera lo que otros nos transmiten. Por eso las relaciones amorosas son tan difíciles que se den y más aún de que funcionen.
En cuanto al elemento de terror, me parece muy bien llevado. Creo que está repartido de manera inteligente a lo largo de la serie y sin bien, (por así decirlo) podría haber ido más a saco, me da la sensación que tiene el punto medio para hacerlo interesante.
Con todo, creo que "Marianne"es uno de los descubrimientos de este 2019, que en cuanto a nuevas series ya nos ha hecho unos buenos regalos y que se establecido con finales de temporadas de algunas míticas y continuaciones de otras que han dejado el listón bastante alto.
Con muchas ganas de una nueva temporada de esta serie francesa, la cual, seguramente no nos dejará insatisfechos.
domingo, 13 de octubre de 2019
MIA
Hace unos años no pasaba por mi mejor momento. Fue la primera ocasión en la que sufrí un ataque de pánico.
En muchas ocasiones, este problema surge repentinamente sin que podamos controlarlo. Dos amigos míos también lo padecieron y nunca encontraron una explicación al origen del problema.
Uno de ellos no se subió a un tren cuando tenía que realizar un viaje y el otro no fue capaz de subirse a su coche.
En mi caso, mi problema era una angustia que me ahogaba y no me dejaba respirar.
Según la médico que me atendió, aquello fue producido por un estrés postraumático debido a un par de problemas que había tenido de ámbito laboral.
Aquella vez, también fue la primera en la que los ansioliticos aparecieron en mi vida para ayudarme a llevar mejor el día a día.
Tras las diferentes pruebas y ver que no me sucedía nada, realicé terapia y quien me atendió me recomendó, que debía de tener otra responsabilidad además de mi empresa para cambiar un poco mis hábitos. Una mascota sería la mejor de las decisiones.
Tener un animal conmigo, saber que depende de mi y que me ayudase a cambiar mis rutinas era lo más propicio.
Mi madre se encontraba conmigo en Madrid, así que me ayudó a buscar a la mascota que mejor se adecuase a mi nueva vida.
Miré en internet y busqué donde hacerme con un perrete. Encontré una tienda donde vendían perros. Ponían online vídeos de los que tenían disponibles para que los pudieses ver.
Por aquel entonces estaba indeciso, no sabía si un Bulldog Francés o un Carlino era lo que quería. Finalmente me decidí por el Bulldog. Fue entonces como si algo me atrapase.
Uno de aquellos vídeos me fascinó. Había una Bulldog preciosa que me enganchó por completo.
Mi madre y yo fuimos a aquella tienda. Le metí prisa, no quería que me la quitaran. Nada más entrar pregunté donde estaban los Bulldog Francés. Me dirigí a la sección y allí estaba ella. De entre todos aquellos peludos MIA se lanzó contra el cristal. La conexión fue instantánea, brutal, parece como si estuviésemos conectados de por vida. Y así fue.
Me la llevé. Y os aseguro que lo que me ha dado ese animal pocos lo han hecho.
MIA vivió los primeros meses de su vida conmigo en Madrid. Fue mi amiga, mi compañera. Pasamos de que no pudiese tocar el suelo de la calle por ser un cachorro a andar sus primeros pasos por la gran ciudad.
Con cinco o seis meses una dermatitis comenzó a afectar a su piel. Había entrado el verano y podía que aquello fuese una de las causas.
Aprovechando que tenía que viajar a Cantabria a grabar me llevé a la perrita. Haría una parada previa en Asturias para que la atendiesen. Fuimos a nuestro veterinario habitual. Nos comentó que la perra estaba muy estresada (muy probablemente debido al caos de Madrid) y que debía de empezar un tratamiento.
Mi madre se ofreció a atenderla durante un tiempo y así lo hicimos.
Pasaron un par de meses hasta que se recuperó. El veterinario nos aconsejó, que si queríamos que la perra no volviese a pasar por aquellos episodios lo mejor sería que no bajase más a Madrid.
Yo quería bajármela, era mi perra y la necesitaba a mi lado, pero mi madre me convenció para que MIA no volviera a la gran urbe. Lo principal era su salud.
Así que la pequeña Bulldog pasó el resto de su existencia en Asturias. Durante mis viajes estos años, he ido saliendo con ella y hemos corrido mil aventuras. Entre ellas, cuando a penas tenía un año y medio subimos el Picu Monsacro, siendo la primera Bulldog francés documentada en conseguir tal hazaña.
MIA era una perrita maravillosa, inquieta, muy inquieta, pero muy cariñosa.
Cada vez que entraba por la puerta de la casa de mi madre se me lanzaba encima, me daba lametones y se hacía pis de la emoción.
Me miraba con su estrabismo como diciéndome.
- ¿Dónde estabas? Te echaba de menos.
Muchos han sido los días en los que me he acordado de ella. Hasta la llegada de Ripley y Wicket soñaba con MIA, a pesar que sabía que no podía volver conmigo.
Al menos siempre me quedaba la buena sensación de un paseo largo por los parques de La Fresneda, reírme con lo tragona que era o no dejar de sorprenderme cuando se subía a una silla que tenemos en la entrada y aprovechaba para llamar al timbre cuando quería entrar.
Soy muy perrero, mascotero o como lo queráis decir. Creo que tener un perro a tu lado es de las mejores cosas que a uno le pueden pasar. Sobretodo, porque a ellos les da igual que seamos feos o guapos, altos o bajos, gordos o delgados. Estos seres, darán la vida por nosotros y serán nuestros mejores amigos. El amor incondicional que nos procesarán será mayor y más sincero que el que transmiten algunas personas.
Así que si lo estás dudando, no lo hagas y decídete. Tener una mascota es una de las mayores experiencias vitales que puede sentir un ser humano. En mi caso, MIA me salvó la vida cuando creía que no me iba a levantar.
Ella no lo supo nunca, o quizás sí. Para eso los animales tienen un sexto sentido.
DEP amiga MIA. Gracias por haber estado en mi vida. Te sigo queriendo y te querré siempre con toda mi alma.
martes, 8 de octubre de 2019
JOKER
Hay quienes se atreven (debido a que el atrevimiento, en la mayoría de las ocasiones, suele ir unido a la ignorancia) a decir que el cine de súper héroes había muerto, que no veríamos nada mejor que el "Batman" de Nolan (algo que no paro de cuestionarme) y que productos como "Watchmen" (Ídem, Zack Snyder (2009)) sería la versión definitiva de un cómic llevado a la pantalla.
El tiempo nos ha dado la razón y nunca hay que dar las cosas por sentadas.
Soy de los que opina que los remakes o nuevas interpretaciones de clásicos son útiles y necesarias. En ocasiones son acertadas y otras (evidentemente) no tanto, pero ahí están. A día de hoy, un adolescente tiene menor curiosidad por conocer cine o literatura clásica que la que teníamos nosotros.
Quizás porque la inmediatez de las nuevas plataformas les hace tener nuevo contenido aquí y ahora; y no se han de preocupar en saber lo que se ha hecho hace veinte años, porque (y así es) lo de hace diez años ya les parece viejo. Con lo cual los remakes o nuevas adaptaciones de novelas, acercan a estas nuevas generaciones cultura del pasado que por otro lado no les llegaría de ningún modo.
Algo así pasa con la historia de "Joker" (Ídem, Todd Phillips (2019)). Hemos leído y visto hasta la saciedad los orígenes de "Batman" y de sus enemigos, ¿pero se podría dar la vuelta a los orígenes de un personaje tan emblemático como Joker? La respuesta es, sí.
En la película dirigida por Todd Phillips podemos encontrar al más estilo Scorsese la creación de un personaje, que desde el inicio de la película ya nos está mostrando lo que es para si mismo y lo que es cara a los demás.
Arthur Fleck vive con su madre. Nunca ha conocido a su padre y por lo que intuimos carece de una gran formación académica. Esto le ha llevado a trabajar de payaso para una empresa dedicada a hacer publicidad con sus empleados disfrazados, mientras que él sueña con ser una estrella del Stand Up Comedy.
Es uno más dentro de los habitantes de Gotham, que deambulan con sus vidas anónimas y que forman parte de un entramado, donde las escalas sociales y las diferencias económicas son tan salvajes como la sociedad que se ha creado a base de esta desigualdad.
Rápidamente y sin que queramos, nos sentimos atraídos por este peculiar personaje, que funciona como un bicho raro (el que es) y que tiene ciertas carencias a la hora de relacionarse con quienes le rodean, ya sean sus compañeros de trabajo, una señora que se encuentra en el autobús o con su vecina, de la que se termina enamorando.
Y es que dentro de nosotros (hablo al menos por mi) contemplamos una cierta atracción hacia el débil o el inadaptado, porque todos en algún momento o circunstancia de nuestra existencia nos hemos sentido así.
Sobre ese cimiento es donde se sustenta esta película, desde nuestro yo más interior, desde los sentimientos que nos puede producir esa incomprensión, que quizás sea más arraigada en quienes nos dedicamos a trabajos artísticos. Un miedo al fracaso constante, en definitiva, una infatigable búsqueda de la aceptación.
Mucha culpa de lo que sucede durante sus dos horas de metraje la tiene su protagonista Joaquin Phoenix (que raro será que no se lleve el Oscar por este film) quien nos maneja a su antojo como títeres, siendo partícipes de esa locura que conlleva el sumergirnos en la mente de un personaje cuya naturaleza no es la de psicópata, pero que (sin quererlo) se termina convirtiendo debido al odio que la sociedad ha ejercido sobre él, en muchas ocasiones, sin merecerlo.
Como apunte sobre guión y de como la sociedad en la que vive Arthur es completamente injusta, me remonto a la secuencia con la psiquiatra a la que acude una vez al mes en forma de terapia.
Arthur, le cuenta desesperado su malestar general (ya ha matado a los tres yuppies en el metro) y como cree que nadie le escucha, entre ellos, su psiquiatra. Tras aguantar su discurso, la mujer sin perder la templanza le dice:
- Arthur, esta será la última vez que nos veamos.
- Y eso por qué.- Responde él.
- Nos recortan los fondos.
- ¿Y qué va a pasar con mi medicación?
Es entonces cuando la mujer toma posición y se reclina en su silla y le responde.
- Arthur, a ellos no les importa la gente como tú y como yo.
*He reproducido el texto de memoria, no me lo tengáis en cuenta si me he equivocado, pero viene a ser algo así.
En este diálogo viene a resumirse lo que quiere reflejar la película. Como para la sociedad actual somos números, estadísticas y que por mucho que nos empeñemos, para los que tienen el poder no somos más que simples marionetas a las que es mejor tener controladas.
Personas imperfectas o con algún tipo de problema no tienen cabida dentro de esta sociedad.
Volviendo a Arthur en si, me gustaría saber, como ha debido ser la construcción del personaje por parte de Phoenix, puesto que lo que he visto en pantalla me parece LA LOCURA, llevada a su máxima expresión.
Le veo tan metido en el personaje, que en muchas ocasiones me da la sensación de ver por primera vez a este actor. El personaje se ha comido al intérprete. Algo que no es fácil y que sólo está al alcance de los más grandes.
Maravillosa es también la puesta en escena, la dirección de Todd Phillips cuya cámara nunca se detiene; o bien sobre estativos, Steady Cams o similares los planos fluyen, porque sin darnos cuenta la película cuenta con un toque de documentalidad que únicamente cineastas como Wenders o Herzog supieron plasmar en su momento y que el cineasta Neoyorquino ha sabido captar.
Heredero de Scorsese y hacedor de una de las mejores películas del año, Phillips ya puede o ir desempolvando estanterías o comprando unas nuevas porque la ola que le va a caer de premios (incluido el Oscar) va a ser antológica, puesto que "Joker" ya es un título imprescindible dentro de la historia del cine.
Ahora en las escuelas de interpretación, además de Marlon Brando, también se estudiará a Joaquin Phoenix, porque sin duda, también ha creado escuela.
El tiempo nos ha dado la razón y nunca hay que dar las cosas por sentadas.
Soy de los que opina que los remakes o nuevas interpretaciones de clásicos son útiles y necesarias. En ocasiones son acertadas y otras (evidentemente) no tanto, pero ahí están. A día de hoy, un adolescente tiene menor curiosidad por conocer cine o literatura clásica que la que teníamos nosotros.
Quizás porque la inmediatez de las nuevas plataformas les hace tener nuevo contenido aquí y ahora; y no se han de preocupar en saber lo que se ha hecho hace veinte años, porque (y así es) lo de hace diez años ya les parece viejo. Con lo cual los remakes o nuevas adaptaciones de novelas, acercan a estas nuevas generaciones cultura del pasado que por otro lado no les llegaría de ningún modo.
Algo así pasa con la historia de "Joker" (Ídem, Todd Phillips (2019)). Hemos leído y visto hasta la saciedad los orígenes de "Batman" y de sus enemigos, ¿pero se podría dar la vuelta a los orígenes de un personaje tan emblemático como Joker? La respuesta es, sí.
En la película dirigida por Todd Phillips podemos encontrar al más estilo Scorsese la creación de un personaje, que desde el inicio de la película ya nos está mostrando lo que es para si mismo y lo que es cara a los demás.
Arthur Fleck vive con su madre. Nunca ha conocido a su padre y por lo que intuimos carece de una gran formación académica. Esto le ha llevado a trabajar de payaso para una empresa dedicada a hacer publicidad con sus empleados disfrazados, mientras que él sueña con ser una estrella del Stand Up Comedy.
Es uno más dentro de los habitantes de Gotham, que deambulan con sus vidas anónimas y que forman parte de un entramado, donde las escalas sociales y las diferencias económicas son tan salvajes como la sociedad que se ha creado a base de esta desigualdad.
Rápidamente y sin que queramos, nos sentimos atraídos por este peculiar personaje, que funciona como un bicho raro (el que es) y que tiene ciertas carencias a la hora de relacionarse con quienes le rodean, ya sean sus compañeros de trabajo, una señora que se encuentra en el autobús o con su vecina, de la que se termina enamorando.
Y es que dentro de nosotros (hablo al menos por mi) contemplamos una cierta atracción hacia el débil o el inadaptado, porque todos en algún momento o circunstancia de nuestra existencia nos hemos sentido así.
Sobre ese cimiento es donde se sustenta esta película, desde nuestro yo más interior, desde los sentimientos que nos puede producir esa incomprensión, que quizás sea más arraigada en quienes nos dedicamos a trabajos artísticos. Un miedo al fracaso constante, en definitiva, una infatigable búsqueda de la aceptación.
Mucha culpa de lo que sucede durante sus dos horas de metraje la tiene su protagonista Joaquin Phoenix (que raro será que no se lleve el Oscar por este film) quien nos maneja a su antojo como títeres, siendo partícipes de esa locura que conlleva el sumergirnos en la mente de un personaje cuya naturaleza no es la de psicópata, pero que (sin quererlo) se termina convirtiendo debido al odio que la sociedad ha ejercido sobre él, en muchas ocasiones, sin merecerlo.
Como apunte sobre guión y de como la sociedad en la que vive Arthur es completamente injusta, me remonto a la secuencia con la psiquiatra a la que acude una vez al mes en forma de terapia.
Arthur, le cuenta desesperado su malestar general (ya ha matado a los tres yuppies en el metro) y como cree que nadie le escucha, entre ellos, su psiquiatra. Tras aguantar su discurso, la mujer sin perder la templanza le dice:
- Arthur, esta será la última vez que nos veamos.
- Y eso por qué.- Responde él.
- Nos recortan los fondos.
- ¿Y qué va a pasar con mi medicación?
Es entonces cuando la mujer toma posición y se reclina en su silla y le responde.
- Arthur, a ellos no les importa la gente como tú y como yo.
*He reproducido el texto de memoria, no me lo tengáis en cuenta si me he equivocado, pero viene a ser algo así.
En este diálogo viene a resumirse lo que quiere reflejar la película. Como para la sociedad actual somos números, estadísticas y que por mucho que nos empeñemos, para los que tienen el poder no somos más que simples marionetas a las que es mejor tener controladas.
Personas imperfectas o con algún tipo de problema no tienen cabida dentro de esta sociedad.
Volviendo a Arthur en si, me gustaría saber, como ha debido ser la construcción del personaje por parte de Phoenix, puesto que lo que he visto en pantalla me parece LA LOCURA, llevada a su máxima expresión.
Le veo tan metido en el personaje, que en muchas ocasiones me da la sensación de ver por primera vez a este actor. El personaje se ha comido al intérprete. Algo que no es fácil y que sólo está al alcance de los más grandes.
Maravillosa es también la puesta en escena, la dirección de Todd Phillips cuya cámara nunca se detiene; o bien sobre estativos, Steady Cams o similares los planos fluyen, porque sin darnos cuenta la película cuenta con un toque de documentalidad que únicamente cineastas como Wenders o Herzog supieron plasmar en su momento y que el cineasta Neoyorquino ha sabido captar.
Heredero de Scorsese y hacedor de una de las mejores películas del año, Phillips ya puede o ir desempolvando estanterías o comprando unas nuevas porque la ola que le va a caer de premios (incluido el Oscar) va a ser antológica, puesto que "Joker" ya es un título imprescindible dentro de la historia del cine.
Ahora en las escuelas de interpretación, además de Marlon Brando, también se estudiará a Joaquin Phoenix, porque sin duda, también ha creado escuela.
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