domingo, 20 de octubre de 2019

MIENTRAS DURE LA GUERRA

Tiempos convulsos estos que nos han tocado vivir. Si bien parecía que las heridas del pasado habían quedado cerradas, con el paso del tiempo, nos damos cuenta que nuestro país aún está muy lejos de ser un estado de paz y de concordia.
Sin bien con el paso de la dictadura a la democracia eso se consiguió (a duras penas), las desigualdades económicas entre comunidades autónomas y el beneficio industrial a favor de unas y en contra de otras, ha hecho que esas brechas sean aún más incisas.

En cuanto a la nueva película de Alejandro Amenábar, debemos de tener en cuenta el contexto donde se nos sitúa la acción. Los inicios de la Guerra Civil Española, el fin de la segunda República y el alzamiento de Francisco Franco. Todo ello, decorado con un Miguel de Unamuno que no quiere ver en un principio la realidad de un conflicto que se estaba consumando, pero que al final tiene que admitir y que le lleva a enemistarse con quienes en un principio parecían los salvadores de la patria.

Vista la película, no me parece partidaria al bloque de la izquierda, sino que en resumidas cuentas, me parece un fiel retrato de lo que acontecieron aquellos tiempos y el estado de confusión que supuso una guerra que enfrentó a los españoles de la época y que aún, a día de hoy seguimos arrastrando como sociedad.

De factura impecable (tal y como acostumbra su director), "Mientras dure la Guerra" (Ídem, Alejandro Amenábar (2019)) es una película que ahonda desde un prisma de la distancia, como mero testigo de acontecimientos pasados lo que es la idiosincrasia española, como somos, lo que somos y por qué lo somos.
Ya que aquí (me imagino que como en muchas partes del mundo), la política se toma de un modo radical y por la fuerza, desde una pasión más arraigada al mundo futbolístico que a una corriente de pensamiento que pueda otorgar la razón.
Esa razón, sin embargo, está aquí reflejada en un Unamuno (interpretado magistralmente por Karra Elejalde) quien deambula por las calles de Salamanca. Ciudad universitaria por excelencia y llena de vida, que por aquel entonces se encontraba sumida en calles vacías y desangeladas, víctimas al fin y al cabo de los hechos que allí acontecían.
Personas que morían, otras que desaparecían y un pesar general de incertidumbre, donde no se sabía que iba a suceder con un país rodeado de conflictos bélicos emergentes como la II Guerra Mundial (a la cuál hubiésemos entrado de no ser por nuestra guerra civil) que hacían de España un preámbulo de lo que sería Europa en los siguientes años.

Además de la citada interpretación de Karra Elejalde, cabe destacar la del siempre perfecto Eduard Fernández, que interpreta al histriónico Millán-Astray, mano derecha del futuro dictador y que se caracterizaba por un aspecto físico desagradable, (le faltaba un ojo, era tullido...) y que bien reflejaba lo que iba a ser la dictadura franquista.
Cabe destacar a su vez a Santi Prego como el general Franco. Sin ningún género de dudas, el mejor Franco que ha dado nuestro cine.
Como escenas a destacar, son maravillosas las secuencias entre los tres amigos Unamuno, Salvador Vila y Atilano Coco, ya sean en la calle, en los bares o en las afueras de Salamanca.
Aquellas conversaciones son un fiel reflejo de la España de la época, una España que aún perdura.


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