Hay quienes se atreven (debido a que el atrevimiento, en la mayoría de las ocasiones, suele ir unido a la ignorancia) a decir que el cine de súper héroes había muerto, que no veríamos nada mejor que el "Batman" de Nolan (algo que no paro de cuestionarme) y que productos como "Watchmen" (Ídem, Zack Snyder (2009)) sería la versión definitiva de un cómic llevado a la pantalla.
El tiempo nos ha dado la razón y nunca hay que dar las cosas por sentadas.
Soy de los que opina que los remakes o nuevas interpretaciones de clásicos son útiles y necesarias. En ocasiones son acertadas y otras (evidentemente) no tanto, pero ahí están. A día de hoy, un adolescente tiene menor curiosidad por conocer cine o literatura clásica que la que teníamos nosotros.
Quizás porque la inmediatez de las nuevas plataformas les hace tener nuevo contenido aquí y ahora; y no se han de preocupar en saber lo que se ha hecho hace veinte años, porque (y así es) lo de hace diez años ya les parece viejo. Con lo cual los remakes o nuevas adaptaciones de novelas, acercan a estas nuevas generaciones cultura del pasado que por otro lado no les llegaría de ningún modo.
Algo así pasa con la historia de "Joker" (Ídem, Todd Phillips (2019)). Hemos leído y visto hasta la saciedad los orígenes de "Batman" y de sus enemigos, ¿pero se podría dar la vuelta a los orígenes de un personaje tan emblemático como Joker? La respuesta es, sí.
En la película dirigida por Todd Phillips podemos encontrar al más estilo Scorsese la creación de un personaje, que desde el inicio de la película ya nos está mostrando lo que es para si mismo y lo que es cara a los demás.
Arthur Fleck vive con su madre. Nunca ha conocido a su padre y por lo que intuimos carece de una gran formación académica. Esto le ha llevado a trabajar de payaso para una empresa dedicada a hacer publicidad con sus empleados disfrazados, mientras que él sueña con ser una estrella del Stand Up Comedy.
Es uno más dentro de los habitantes de Gotham, que deambulan con sus vidas anónimas y que forman parte de un entramado, donde las escalas sociales y las diferencias económicas son tan salvajes como la sociedad que se ha creado a base de esta desigualdad.
Rápidamente y sin que queramos, nos sentimos atraídos por este peculiar personaje, que funciona como un bicho raro (el que es) y que tiene ciertas carencias a la hora de relacionarse con quienes le rodean, ya sean sus compañeros de trabajo, una señora que se encuentra en el autobús o con su vecina, de la que se termina enamorando.
Y es que dentro de nosotros (hablo al menos por mi) contemplamos una cierta atracción hacia el débil o el inadaptado, porque todos en algún momento o circunstancia de nuestra existencia nos hemos sentido así.
Sobre ese cimiento es donde se sustenta esta película, desde nuestro yo más interior, desde los sentimientos que nos puede producir esa incomprensión, que quizás sea más arraigada en quienes nos dedicamos a trabajos artísticos. Un miedo al fracaso constante, en definitiva, una infatigable búsqueda de la aceptación.
Mucha culpa de lo que sucede durante sus dos horas de metraje la tiene su protagonista Joaquin Phoenix (que raro será que no se lleve el Oscar por este film) quien nos maneja a su antojo como títeres, siendo partícipes de esa locura que conlleva el sumergirnos en la mente de un personaje cuya naturaleza no es la de psicópata, pero que (sin quererlo) se termina convirtiendo debido al odio que la sociedad ha ejercido sobre él, en muchas ocasiones, sin merecerlo.
Como apunte sobre guión y de como la sociedad en la que vive Arthur es completamente injusta, me remonto a la secuencia con la psiquiatra a la que acude una vez al mes en forma de terapia.
Arthur, le cuenta desesperado su malestar general (ya ha matado a los tres yuppies en el metro) y como cree que nadie le escucha, entre ellos, su psiquiatra. Tras aguantar su discurso, la mujer sin perder la templanza le dice:
- Arthur, esta será la última vez que nos veamos.
- Y eso por qué.- Responde él.
- Nos recortan los fondos.
- ¿Y qué va a pasar con mi medicación?
Es entonces cuando la mujer toma posición y se reclina en su silla y le responde.
- Arthur, a ellos no les importa la gente como tú y como yo.
*He reproducido el texto de memoria, no me lo tengáis en cuenta si me he equivocado, pero viene a ser algo así.
En este diálogo viene a resumirse lo que quiere reflejar la película. Como para la sociedad actual somos números, estadísticas y que por mucho que nos empeñemos, para los que tienen el poder no somos más que simples marionetas a las que es mejor tener controladas.
Personas imperfectas o con algún tipo de problema no tienen cabida dentro de esta sociedad.
Volviendo a Arthur en si, me gustaría saber, como ha debido ser la construcción del personaje por parte de Phoenix, puesto que lo que he visto en pantalla me parece LA LOCURA, llevada a su máxima expresión.
Le veo tan metido en el personaje, que en muchas ocasiones me da la sensación de ver por primera vez a este actor. El personaje se ha comido al intérprete. Algo que no es fácil y que sólo está al alcance de los más grandes.
Maravillosa es también la puesta en escena, la dirección de Todd Phillips cuya cámara nunca se detiene; o bien sobre estativos, Steady Cams o similares los planos fluyen, porque sin darnos cuenta la película cuenta con un toque de documentalidad que únicamente cineastas como Wenders o Herzog supieron plasmar en su momento y que el cineasta Neoyorquino ha sabido captar.
Heredero de Scorsese y hacedor de una de las mejores películas del año, Phillips ya puede o ir desempolvando estanterías o comprando unas nuevas porque la ola que le va a caer de premios (incluido el Oscar) va a ser antológica, puesto que "Joker" ya es un título imprescindible dentro de la historia del cine.
Ahora en las escuelas de interpretación, además de Marlon Brando, también se estudiará a Joaquin Phoenix, porque sin duda, también ha creado escuela.
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