Rafael Azcona, perspicaz, inteligente y testigo de su tiempo, supo captar esta problemática a la perfección en "El pisito" (Ídem - Marco Ferreri e Isidoro M. Ferry (1958)), que previamente había convertido en novela.
Y es que Azcona, tanto en sus guiones como en sus novelas, solía plasmar la realidad sobre unos personajes que bien o conocía o hacía por conocer.
Propios en sus textos, son concretas las descripciones de lugares de tertulia, de reunión, como bares, nombramientos de calles y muy probablemente (aunque lo desconozcamos con exactitud) nombres de personajes reales, excéntricos en muchos casos, pero en eso consiste la idiosincrasia española (no muy alejada de la italiana).
Marco Ferreri, el encargado de dirigir "El pisito" bien lo sabía.
Era consciente de los paralelismos que unían a Italia y a España únicamente separados por el mar Mediterráneo.
Ambos países pasaron por una dictadura, sus habitantes son pasionales y por mucho que nos pongamos egoístas y un tanto hipócritas.
Una vez vista "El pisito" bien podríamos estar viendo una película de Vittorio de Sica. Por la manera de narrar, de colocar la cámara o mismamente, plasmar la realidad.
(SPOILER); de hecho, para mi un momento álgido de la película es el del personaje de José Luis López Vázquez va caminando por un Madrid destartalado, postguerra Civil y acaricia un cachorro de perro con el que juguetean unos niños.
Ferreri, trasladó el neorrealismo italiano, convirtiéndolo a su manera en neorrealismo español, algo que también supo plasmar Luis García Berlanga, otro de los directores más inteligentes de los que ha dado este país.
Al igual que en "El verdugo" (Ídem, - Luis García Berlanga (1963)) del citado Berlanga, el paralelismo encontrado con el filme de Ferreri es de un tagline similar.
- Dos parejas dispuestas a hacer lo que sea con tal de conseguir una vivienda-.
Momentazos (SPOILER) hay en la película, con por ejemplo, en los que la anciana cuida de su joven esposo diciéndole que vista bien o dándole una especie de paga, y es que cuando la comedia (en gran medida surrealista) es buena, lo es de verdad.
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