martes, 17 de mayo de 2011

LOS HOMBRES DE ÉBANO

Hace algún tiempo, mi amigo Stultifer insinuó que quien escribe éstas líneas fuese una divinidad para los hombres de color.

No sé si soy una divinidad, o no, pero si me han sucedido varias anécdotas que deben de ser recordadas o que al menos se merecen una entrada en este blog.

Hará cosa de un par de meses me encontraba con mi madre tomando una caña en una terraza ovetense.  (Si bien la ley antitabaco ha favorecido la salud de todos, creo que los fumadores pasivos seguimos sufriendo dicha pasividad aparte de someternos a posibles neumonías mientras acompañamos a los susodichos fumadores.)

Yendo al grano, repentinamente, surgiendo de la nada, se apareció un hombre de color, (africano por supuesto) y nos ofreció distintas tallas de madera. De todas las que mostró, me llamó especialmente la atención una pareja de africanitos con colores sumamente horteras.

Le pregunté al susodicho vendedor el precio de las tallas, a lo cual me respondió:

- Madera buena, buena madera africana, 30 €uros.

No soy muy buen regateador así que se las saqué a 20 € las dos piezas.

Una vez llegué a casa de mi abuela , me pregunté - ¿Por qué coño he comprado esto?

Así que sin pensármelo demasiado se las dejé  en un recibidor que hay al entrar en su casa.

Hace poco volví por allí, miré nuevamente las figuras, esta vez con detenimiento,  y amigos y amigas os puedo asegurar que son francamente horribles.

La segunda anécdota que os voy a relatar también me sucedió en Oviedo.

Me encontraba con mi amigo Oki orinando en un pub de la capital asturiana a eso de las cinco de la madrugada.

Mientras hacíamos necesidades menores, justo al lado de mi amigo comenzamos a escuchar unas risas.

Se trataba de un hombre africano, de unos treinta años de edad, que calcaba sin cesar la cisterna del urinario con forma ovalada.

No daba crédito a lo que veía.

El hombre colocaba su pene contra el urinario dejando caer el agua sobre éste mientras decía:

- Para Lavar, para lavar.

Fue entonces cuando volví a decir para mis adentros, señoras y señores "La Vida es Serie B"