
En la Gran vía madrileña hay varias personas que se dedican a uno de los oficios más habituales en una gran urbe; el limpiabotas.
De entre todos, destaca uno.
Una gran silla roja preside su estancia, invadida a su vez por carteles de toreros y fotos de Cantinflas.
"Desde México, el auténtico Rey del brillo" .- Reza su emblema.
Fotos y transeúntes. Transeúntes y fotos, no hay tiempo para el descanso.
De vez en cuando voy a limpiar mis zapatos.
Ignoro a "El Rey del Brillo" y me voy a ver a otro de sus compatriotas.
Es un mexicano bajito, ancho y de unos cincuenta años. En el invierno suele vestir con una chaqueta de cuero marrón y es un artesano a la hora de limpiar.
Normalmente hablamos de la crisis, de su llegada a España y de su añorado México.
No se plantea el volver allí.
Hace poco me dijo que la gente a penas requiere sus servicios.
Mi amigo no tiene una lustrosa silla roja, quizás sea por eso.
Lo que sé, es que él brilla tanto por dentro como por fuera.
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