Llevo días pensando en que escribir sobre la nueva película dirigida por Steven Spielberg.
Y es que en su primera versión cinematográfica llevada al cine en el año 1961, su realizadores Robert Wise y Jerome Robbins, no escatimaron ni en modos, ni en formas a la hora de llevar este Romeo y Julieta sesentero y situado en las calles de una convulsa Nueva York.
Al igual que lo ha hecho Spielberg, pero dándole un giro de colores más empastados al contrario del colorista filme original.
Porque al igual que esta, el problema racial entre los nacidos en América (que es una forma frecuente de referirse a Estados Unidos) y los puertorriqueños afincados en la gran ciudad también estaba latente y en realidad era el sustento de carga emocional y social del filme.
Spielberg, sin embargo, hace algo muy inteligente dentro de esta nueva versión.
Porque al contrario que el film de 1961, en esta "West Side Story", los protagonistas van de un lado a otro hablando inglés, español e spanglish sin ningún tipo de problema y esto le da una mayor veracidad al contexto social en el que se desenvuelve el filme.
Por otro lado, tenemos una puesta en escena absolutamente mágica, en la que tampoco se escatima a la hora de mover la cámara y donde vemos muy bien plasmado desde la secuencia inicial lo que va a ser el filme.
Jóvenes estadounidenses que agarran botes de pintura para manchar la bandera de Puerto Rico pintada en uno de los solares de la ciudad.
Ahí vemos el primer enfrentamiento entre bandas; y es ahí, donde el cineasta de Cincinnati no se corta ni un pelo en demostrar la violencia que procesan unos y otros.
En cuanto al dúo protagonista que agarran el testigo de los soberbios Natalie Wood y Richard Beymer, lo hace con entereza, con inteligencia y muestran unos perfiles más livianos y casi perfectos, que por momentos nos hacen olvidar a los primeros que llevaron sus roles de María y Tony al cine.
Porque tanto la debutante Rachel Zegler como Ansel Elgort demuestran su poder de convicción ante la cámara bestial, algo que se puede decir de muchos jóvenes intérpretes.
Pero si alguien destaca de todo el reparto no es otra que Ariana DeBose, popular por el musical "Hamilton" y que aquí agarra el testigo de Rita Moreno como Anita y que muy probablemente su interpretación se traduzca en Oscar como actriz de reparto.
Creo, sinceramente que Spielberg tenía muy clara esta película, que sabía como mejorar el material original y que por su puesto, bajo mi punto de vista, este film debería suponer su tercer Oscar como director puesto que no se puede hacer una realización más perfecta.
Si el mundo fuese justo se debería de llevar también el Oscar a Mejor Película, en 2021 no ha habido ninguna que haya destacado más que esta.
Lo mejor de todo esto es que Spielberg sólo tiene setenta y cinco años, con que nos regale diez más de grandes películas sería un auténtico sueño.
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