martes, 8 de marzo de 2011

ANGELINES Y TAURO

Me he mudado no hace mucho. Es mi séptima casa desde que estoy en Madrid y espero que lo sea durante mucho tiempo.  Se podría decir, que me siento cómodo en mi nuevo hogar.

Mi vecindario está poblado por vecinos octogenarios, que cuando te encuentran en la escalera te cuentan su vida.

Hay una señora que vive en el segundo que se asoma a su balcón para ver quien sube en el ascensor (quien quiere a la Interpol, la CIA o la KGB teniéndola a ella). Esta señora también es la encargada de sacar el cubo de la basura y de manejar la llave maestra cuando se bloquea el susodicho ascensor ( el otro día fui testigo de su inusual movimiento de muñeca para liberar a los ocupantes del mismo).

Después a mi lado hay un señor con bigotillo y pelo lacado o encerado (no sabría como describirlo) que hace poco se ha operado de una cadera, pero que de hacer esfuerzos le ha dado una hernia y que como el dice.

- Me tiene jodido.

Pero la que llama especialmente mi atención es Angelines.

La mujer se me presentó el primer día que llegué y como no, hizo repaso de su vida y milagros. Según ella, es la vecina más antigua del edificio en el cuál vivía ya su abuelo.
Según esa señora, si me fijo en la entrada del portal hay unos enganches para amarrar los caballos (lo cual me hace pensar que mi vivienda es al menos decimonónica) .

Pero si Angelines es peculiar más aún es su relación con su mascota Tauro, un gato persa.

La primera vez que me encontré a Tauro fue en el felpudo de mi casa atado con una correa de perro.

- ¡Pero bueno , un gato!  .- Dije.

Rápidamente salió Angelines de su casa.

- Es mío.

- ¿Y cómo se llama?

- Tauro, era de una amiga mia que vivía ahí en tu casa, pero cuando murió lo cogí yo.

(A todo esto Angelines intenta acojonarme, quizás en mi casa se produzca alguna fantasmogénesis y no soy consciente de ello).

Angelines continuó con su discurso.

- Ay, lo peor será cuando yo me muera. ¡Qué va a ser de este pobre animal!

Mi hermano que iba conmigo, se quedó frío, ya veía que nos iba a encasquetar el gato.

- Pues no sé Angelines, no sé que va pasar. Pero bueno mujer para que usted se muera aún queda mucho.

Angelines movió el mentón y se fue sin despedirse. No cumplió su objetivo, encasquetarnos al roñoso "Tauro".

Días después  Carpintero que había venido a ver un ciclo de "Españoladas" (vimos legendarios títulos como "Los Bingueros", "Jugando a Papás" y "La Dinamita está Servida") salió de la puerta de mi casa y exclamó.

- ¡Oye aquí hay un gato! ¡Y lo tienen atado como a un perro!

Rápidamente Angelines, al igual que conmigo y con la velocidad de un velociraptor se presentó en la puerta y dijo:

- Es mío, se llama Tauro.

3 comentarios:

  1. Seguro que alguno de esos ancianos octogenario es seducido por algún niño en los parques a cambio de caramelos. Cuidado, cuidado.

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  2. Nunca se sabe, aunque éstos parecen inofensivos. Por cierto "Tras el Cristal" que tanto me recomendaste peliculón.

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  3. jajaja ya nos lo contó javi y laura el otro dia, que horror tio, yo no aguantaría, prefiero a vecinos con diez bebes que a viejos... son inaguantables, pesados y protestones y encima exigen respeto.

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