miércoles, 21 de diciembre de 2011

PELUQUERÍA PEPITA

 - Mechas color arcoíris, por favor.
El mismo día del incidente de "GrannyCop" me dirigí rumbo a la Gran Vía madrileña junto con mi hermano.

Hicimos una serie de recados y frente al edificio de Telefónica un hombre me dio un papel en el cual se podía leer.

"Peluquería Pepita" 

Y en la parte inferior del mismo,  una serie de precios, bastante económicos por cierto. Iba a tirar de largo cuando mi hermano dijo:

- Venga hombre vete, necesitas un corte de pelo.

- No voy a ir, me corto el pelo donde siempre aunque sea más caro.

- Como eres, yo siempre voy a esos sitios de oferta.

Como tónica general en estos casos, terminé accediendo y fuimos a la peluquería en cuestión.

Era un primer piso. Llamamos al timbre. Alguien nos abrió.

Subimos las tétricas escaleras. Una vez allí, contemplamos el dispositivo que Pepita tenía montado.

El lugar, a pesar de ser viejo estaba limpio y muy bien cuidado.

Nada más entrar, Pepita nos gritó.

-¡Quién se va a cortar el pelo!

- Yo. - Respondí tímidamente.

Pepita se aproximó a nosotros, nos apartó dos sillas y dijo:
Reza, reza.

- Tenéis que esperar.

Miré hacia la izquierda. Había una chica sudamericana, me miró con pánico, quería irse de allí.

Pepita intentó sacarnos conversación.

- Bueno, ya empieza a hacer frío ¿no?

- Sí, algo .- Dije.

A los pocos segundos la chica que tenía dos mechas de colores y el pelo cortado con extrañas capas le dijo acojonada a la peluquera:

- No me gusta.

Fue entonces cuando Pepita entró en cólera.

- ¡No te gusta! ¡Qué no te gusta! Eso es porque aún no te haces al nuevo peinado.

Pepita se dio media vuelta, cogió espuma y comenzó a esparcírsela por el pelo.

- Ya verás ahora que bien. - Dijo.

La cliente intentó coger un peine para colocarse el pelo ella misma. Al verla, Pepita le golpeó la mano.

- ¡Para!

Pepita cogió el peine y comenzó a alisar el pelo a la mujer. Estaba tan enredado que la cabeza de la chica volteaba de un lado a otro sin parar.

Mi hermano me miró.

- Bueno, yo me voy.

Enfurecido le respondí.

- No, tú te quedas.

Ya veía como me iba a dejar allí solo sin saber salir de aquel lío habiéndome instado a visitar una peluquería a la que yo no quería acudir.

Y mi hermano, que es muy listillo cuando quiere hizo que le llamaban al móvil.

- Juan... Sí. No me digas. Pues vaya, ahora que nos íbamos a cortar el pelo. (Un segundo de silencio) Ahora vamos.

Colgó el teléfono. Vi la jugada rápidamente.

- ¿Quién era? .- Dije.

- Juan, tenemos que irnos. - Respondió.

Me dirigí a Pepita.

- Lo siento Pepita, pero tenemos que irnos.

- ¡No pasa nada guapos, gracias por venir!

Mientras nos poníamos las chaquetas Pepita empezó a agasajarnos con piropos. (A todo eso hay que decir que Pepita debía de tener como unos setenta años).

- ¡Guapos, tíos buenos!

Cerramos la puerta y bajamos a todo tren por las escaleras. Una vez en la calle le dije a mi hermano:

- Esta te la guardo.
- Al bonito rulo "oiga"

4 comentarios:

  1. Ultimamente tienes muy malas compañías... Pepita realmente te iba a dormir y te quitaría el hígado para venderlo en el mercado negro de la calle Montera.

    ResponderEliminar
  2. Bueno, por suerte no todas las peluquerías son así :)

    ResponderEliminar
  3. Hola

    Mi nombre es Kari y soy administradora de un directorio web/blog gratuito, vi tu blog y me gustaría agregarlo a el, así lograr que mis visitas conozcan tu blog, espero tu respuesta.

    Te dejo mi email para que me escribas
    karivelezs@gmail.com

    Éxitos con tu site.
    Kari.

    ResponderEliminar
  4. Stultifer: Pues habría sacado una buena pasta.

    Centro de Estética El Edén: Eso espero, sino, que Dios nos pille confesados.

    Kari Velez: Gracias Kari, te escribo ahora. Saludos!!!

    ResponderEliminar