lunes, 10 de diciembre de 2012

LA ÚLTIMA LECCIÓN

Randy y su genial novela.
Quien tiene un amigo tiene un tesoro (o eso suele decirse). Yo tengo uno que vale su peso en oro, ese es mi amigo Víctor Hugo.

Nos conocimos en la época del colegio, el era un ligoncete, majo, abierto y muy buen estudiante. Yo, por el contrario era regordete, bajito y un desastre en cuanto a lo académico se refiere. Sinceramente, éramos completamente incompatibles, pero conectamos desde el minuto uno.

Desde muy pronto me di cuenta de su nobleza. Era una de esas personas que se preocupaba por sus amigos y por todos aquellos que tuviese a su alrededor, daba todo sin pedir nada a cambio.

Una vez terminado el colegio nuestros caminos tomaron rumbos opuestos. Yo me fui a estudiar a Ponferrada y él tomó su vida profesional encaminada al ejército.

En uno de esos viajes a lo largo y ancho del mundo, Víctor conoció a la que a día de hoy es su esposa Elena, una bella mujer tanto por dentro como por fuera que conquistó el corazón de este asturiano aventurero.

Así que mi buen amigo se ha pasado éstos últimos años viajando de Estados Unidos a España hasta que finalmente ha decidido fijar su residencia en nuestro país, algo de lo cual estoy muy contento puesto que así (egoístamente) puedo verle con mayor frecuencia.

Meses antes de su boda, Víctor hizo una fiesta en su casa. Una vez allí, con varios grados de alcohol en nuestro cuerpo me llevó a su habitación.

- Te voy a dejar un libro, otro a tu hermano y otro a Laura. - Dijo.

(Laura es la novia de mi hermano).

A ellos les dejó un libro de Alberto Vázquez Figueroa y otro de Julio Verne respectivamente.

Víctor me miró a los ojos y dijo.

- Kiko, para ti "La Última Lección".

Una vez nos entregó los libros se dirigió a los tres:

- Eso sí, me los tenéis que devolver cabrones.

Pasaron varios días y comencé a leer la novela. Dicho libro es un texto autobiográfico de Randy Pausch ilustre profesor universitario al cuál le detectan un cáncer de páncreas terminal.
Una vez detectado el cáncer, tras una conferencia,  Randy, decide dejar a sus hijos su mayor legado, una última lección, en la cual cuenta para bien y para mal todas las cosas que le han sucedido en la vida y que le han hecho superarse.

No sé por qué Víctor pensó que este libro me gustaría, cierto es, que acertó. El libro me atrapó y no lo pude dejar.

Después de leerlo reflexioné mucho sobre las cosas que me han pasado éstos últimos años, en priorizar, en saber cuáles son las cosas que de verdad tienen importancia y cuáles no.
Así que desde aquí le doy las gracias a Víctor.

Desde entonces, a cada cumpleaños que voy regalo un ejemplar de "La Última Lección" esperando que ayude a quienes como yo de vez en cuando necesitan dar un empujón a sus vidas o ver las cosas de otra manera.

Ahora, dejando un poco de lado la novela en sí, destaco la última lección que me ha dado mi amigo Víctor.

Como he citado con anterioridad, hace poco ha decidido casarse. Esto sería un suceso aislado sino fuese por la manera que decidió hacerlo.
Montó un convite y una fiesta de tal manera que pudiesen ir sus amigos y no se gastasen ni un mísero Euro.
No pidió regalos, no pidió dinero y organizó todo sin crear ningún tipo de inconveniente a los invitados. Él nos regaló uno de los momento más importantes de su vida sin pedir nada a cambio, para Víctor nuestro regalo era que asistiésemos a su boda y fiesta posterior.

Esta semana quedaré con él, aunque no me haya pedido regalo, ni dinero, ni nada parecido algo le va caer porque se lo merece; pues bastante regalo tengo yo al contar con su amistad.

P. D. Aún no le he devuelto el libro.




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