viernes, 11 de noviembre de 2016

EL INCUNABLE PORNO ALEMÁN


Éramos preadolescentes. En mi caso, poco sabía del porno, el erotismo o cosas similares. 

Lo más próximo que había estado de eso eran las películas de Pasolini que ponían de madrugada en la Rai 1 y que veíamos gracias a la antena parabólica que habían instalado en nuestro edificio.

Nuestro amigo Jurado que siempre fue aventajado en todo estaba más puesto que mi hermano y yo en eso del porno.
De hecho, sabía donde encontrar material del bueno.

Había un kiosko camino a nuestro colegio. Estaba pasado un puente. Ahora mismo no recuerdo el nombre de la calle.

Entre otras actividades, el hombre que lo regentaba vivía de vender aparte de revistas, tabaco y todo tipo de apuestas, primitivas, quinielas...

Una vez entramos Jurado preguntó por las revistas porno.

El hombre sacó de debajo del mostrador unas revistas roñosas.

- Aquí tenéis chavales, porno duro, alemán, alemán del bueno.

Eran revistas de baja estopa Chery, Ratos de cama... La edición y la impresión eran terribles, al igual que los modelos / actores que salían en ellas.

Las mujeres tenían un vello púbico alargado, descontrolado y los hombres unos penes rojizos que eran espantosos.

- ¿Cuándo valen? .- Preguntó mi amigo.

- Todas, cien duros.- Respondió el hombre.

Entre todos compramos las revistas.

Ese mismo día, en el recreo que formaba parte del comedor vimos con entusiasmo nuestra adquisición. Concretamente, en el polideportivo de nuestro colegio.

Recuerdo que llovía y ese era un lugar donde nos resguardábamos aparte de jugar torneos de fútbol.

Johnny un chico tres o cuatro años mayor que nosotros se hizo con una de las revistas.
Una mujer de ébano y de alto peso realizaba el acto sexual con un hombre blanco.

- ¡Mira que gorda! .- Decía Johnny .

- ¡Mira que polla! .- Dijo Carro. Un chaval que por hache o por be siempre terminaba cobrando por sus inoportunos comentarios.

En ese instante la revista importaba poco. Carro fue el centro de atención. Terminó llorando, alegando, suplicando y diciendo que a él le gustaban las mujeres.

Por culpa de eso, Carro,  estuvo torturado varios días.

Cuando pasó la fiebre por macear a Carro, la tomaron con otros... Benigno y Toñín por algo que no recuerdo...

Y es que de niños éramos muy crueles.

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