miércoles, 10 de noviembre de 2010

EL CASO DEL CAJERO AUTOMÁTICO

Los seres malignos que en nuestro mundo habitan, no se encuentran únicamente en bosques, valles, laderas,  u ocultos en criptas donde las tinieblas y la oscuridad hacen acto de presencia.

Los hechos que voy a narrar están basados en un caso real. Tanto, que le podía haber ocurrido a cualquiera de vosotros.

Era un frío día de invierno, cuando mi madre decidió que mi hermano y yo debíamos de acompañarla a hacer la compra.
Alegaba que éramos mayores y fuertes para ayudarla (las dos cosas eran falsas, puesto que no tendríamos más de nueve años y tanto mi hermano como yo, éramos dos auténticas bolas de grasa)

A mitad de camino, mi madre se percató de que le faltaba dinero, así que nos detuvimos en un cajero automático.

Mi madre sacó su cartera y realizó el ritual previo antes de sacar dinero para una mujer. (Abre bolso, ¿Dónde tengo la Cartera? ¿En el bolsillito pequeño?, No, en el grande, etc)

Finalmente, encontró la cartera, introdujo su tarjeta de crédito y marcó el código:

*********

La máquina le dejó acceder a los diferentes menús y decidió sacar unas dos mil pesetas de las de antaño.

Cual fue su sorpresa, cuando vio que el cajero no expulsaba dinero.

Entonces vino sobre mi, un ataque de caos propio de un niño rechoncho infectado por multitud de títulos de Serie B.

Por un instante, creí que se aproximaba "La Rebelión de las Máquinas" anunciada por Stephen King.

Que Skynet desde su centro de operaciones no nos dejaba sacar el susodicho dinero.

Entonces mi madre dijo para sí misma:

- ¿Qué cosa más rara?

A continuación, una voz seca, tenue y procedente de ultratumba salió de detrás del cajero:

- ¡No funciona!

Entonces, lo vi claro, era "Leprechaun" el que estaba tramando ese maléfico complot.

¡Maldito duende irlandés!

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