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Poster de la mítica película |
Ya a la vuelta de nuestro viaje, nos encontrábamos en una carretera secundaria rumbo a Madrid.
A Joaquín, el conductor del vehículo, no le costó demasiado dar con el camino correcto, a pesar, de que la zona no estaba bien señalizada.
Íbamos despacio puesto que llevábamos un gran peso en material y no era ninguna tontería el extremar las precauciones. Fue entonces, cuando otro coche nos empezó a dar las luces largas.
Aquel imbécil se puso a nuestro lado y rápidamente comenzó a pitarnos. Casi no nos dio tiempo a reaccionar y cuando nos dimos cuenta ya nos había adelantado.
En ese momento, dicho sujeto comenzó a reducir la distancia de seguridad, a sacarnos cortes de manga y a provocarnos. En una de esas frenadas casi chocamos.
Joaquín en un acto instintivo, le dio las luces largas a ver si dejaba de hacer el canelo. Volvió a frenar.
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Una carretera secundaria. |
En ese instante, el valiente conductor que teníamos delante aceleró dando pitidos a su bocina y seguramente muy orgulloso de casi haber provocado un accidente.
Me pregunto por qué hay gente tan imbécil que para divertirse es capaz de jugar con la vida de los demás, así nos va. No me extraña que se produzcan tantos accidentes de tráfico. Una pena.
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