martes, 10 de enero de 2017

EL HABLADOR


Muchos días voy en metro, por no decir todos.

Quieras o no, si viajas a las mismas horas, por inercia, te acabas encontrando con las mismas personas.
Hoy iba con mi novia y vimos a un chico con el que nos encontramos habitualmente.

Se dirigió a una chica y le preguntó - ¿cómo te llamas?

La chica intimidada por la situación continuó mirando su teléfono móvil.

- ¿Cómo te llamas? .- Volvió a repetir el chico. Así, hasta un total de tres ocasiones.

Ella, tímidamente y viéndose atrapada respondió.- Laura.

- Hola Laura ¿tienes internet en casa? .- Dijo el joven.

Laura respondió .- No.

Una vez pasó esto el chico se dirigió a la otra parte del vagón. Habló con una mujer y después volvió a nuestra zona.

Le preguntó a un hombre. - ¿Usted me conoce?

El hombre le dijo .- No, ¿debería?

Una chica que había a nuestro lado, sorprendida por la situación miró al joven. Este se dirigió a ella y le dijo .- Tú sigue con lo tuyo.

El chico se volvió a dirigir al hombre .- ¿Le puedo hacer una pregunta?

- Pues claro.

- ¿Usted cree...? .- Y en ese momento dejé de escuchar. No me enteré de lo que le preguntaba.

Fue entonces cuando me di cuenta de la situación de este chico. Me dio bastante lástima.
Creo que en una ocasión llegó a preguntarme algo, iba leyendo y no le presté demasiada atención.

Es evidente que padece algún tipo de discapacidad. Está claro que sus padres o tutores legales se ocupan de él, va bien vestido, arreglado, impecable.
Pero me preocupa que una de esas conversaciones involuntarias, desde su inocencia, de con quien no debe y le atraquen o le pase algo.

Como digo siempre, aún creo en el ser humano. Espero que nunca se vea en un aprieto.

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