jueves, 15 de junio de 2017

CONCENTRACIÓN


Dicen que cuando nos presentan a alguien y no recordamos su nombre es que inconscientemente descendemos a la edad de seis años.
Nuestra reacción es la timidez o falta de atención. En mi caso, ha sido así durante mucho tiempo.

Creo que poseía un déficit de atención bastante elevado, puesto que me distraía con cualquier cosa y siendo adolescente las asignaturas se me hacían cuesta arriba.

Hasta hace bien poco podía realizar trabajos con diferentes personas y no acordarme de ningún nombre, pero desde hace un año, aproximadamente, todo ha cambiado.
Me acuerdo del primer, hasta el último nombre y recuerdo sin pensar demasiado contraseñas y números secretos.

Anteriormente, podía mezclar códigos de puertas, con números de teléfonos móviles o tarjetas. Vamos, un despropósito que me hacía perder mucho tiempo.

Ahora, soy capaz de acordarme de todo sin titubear.

El paso de los años nos hace adquirir más responsabilidades y por tanto, nos hace estar más al atentos a lo que nos rodea, sobretodo de quien nos pueda joder.

Cuando tengo un rodaje nuevo con gente que desconozco, instintivamente pongo mi radar alerta y grabo a fuego en mi mente, el nombre de la persona que creo que me pueda ocasionar algún problema. Nunca fallo.

Mecanismo de autodefensa o no, el tiempo me ha hecho ser menos confiado y más atento.
Siempre he creído en el ser humano, en la bondad de las personas, pero el tiempo me dice que debo de ser más atento y menos permisivo.

Si en esta vida nos rigiéramos por unas normas sencillas de convivencia no tendríamos que barajar nunca este tipo de variables. La pena es que siempre debemos de tener concentración para en muchas ocasiones no dejarnos ni atrapar, ni persuadir por quien no debemos.

Ya que los errores de otros, sin quererlo, pueden convertirse en los nuestros.


No hay comentarios:

Publicar un comentario