sábado, 28 de diciembre de 2019

EL QUINTO EN DISCORDIA

Me gusta mucho que me regalen libros. Suele ser un bonito detalle de la persona que realiza dicho presente.
Si en realidad te gusta leer, cuando regalas un libro en cierta manera, estás regalando una parte de ti, regalas algo que te ha llenado y que en cierta medida te ha marcado.
Y eso creo que es lo que sintió mi amiga Lluvia cuando me regaló "El quinto en discordia" ("Fifth Bussines" - Robertson Davies (1970)).

Y es que, sin lugar a dudas la vida de Dunstan Ramsay no es para menos.
Si nos lo paramos a pensar, seguro que a lo largo de nuestra existencia un hecho insignificante puede que cambie el curso de nuestras vidas.
En este caso, algo tan nimio como lanzamiento de una bola de nieve puede ser un detonante que haga Ramsay cambie por completo. 
El protagonista de esta historia, logró esquivar el brutal lanzamiento de aquella bola con una piedra en su interior y que impactó en la cabeza de su vecina, la señorita Dempster provocándole así el nacimiento prematuro de su hijo Paul.

Desde ese momento, el protagonista, (muy probablemente influenciado por el sentimiento de culpa debido a su educación religiosa) se ve en total compromiso con una mujer que pierde la cabeza tras el impacto de aquella bola y por el que será el destino de su hijo; ya que en cierta medida se siente culpable de que aquella bola no le pegase a él y sí a aquella mujer.
Mientras, durante esos años que transcurren en el pueblo canadiense de Deptford, a Ramsay le da tiempo a hacer muchas cosas y entre ellas se encuentra el acudir como voluntario a la I Guerra Mundial.
Ya en el frente europeo cae en desgracia y pierde una de sus piernas, pero como las dichas del destino son como son, se enamora de una enfermera en el hospital de campaña; o más bien, ella se enamora de él.
Es en ese momento es donde Ramsay tiene que tomar las mayores decisiones, como el decirle a aquella enfermera que ya no siente nada por ella y que no la quiere condenar, porque considera que le queda poco tiempo para formar una familia, o tomar otro tipo de decisiones como volver a su pueblo natal donde se encuentra la señorita Dempster.
Esta vuelta a sus orígenes tras deambular durante varios años por Europa es un tanto fría, porque ya nada es lo que era.
Incluso hay de por medio el amor de otra mujer, a la que nunca hablará de su aventura europea en cuanto los asuntos del amor se trata.
Pero Ramsay quiere hacer por los demás, lo que nunca haría por él, quiere ayudar a Paul con sus trucos de magia, quiere vivir de nuevo, porque a pesar de tener cincuenta años, no quiere dejar de soñar.
Maravillosos son los pasajes en los que el escritor canadiense reflexiona sobre la condición moral del protagonista; puesto que este texto narrado en primera persona no deja de emitir juicios de valor, que aunque sean castigadores, no dejan de ser propios.
Es ahí, donde transciende el alma del personaje, puesto que Ramsay pasa de ser un chico normal y corriente a ser una especie de anormal debido a su nueva condición física.
Sufre el rechazo, y por qué no decirlo, la condescendencia de una sociedad, que incluso a día de hoy no es del todo justa con quienes fueron héroes de guerra.
Tanto es así que en un momento determinado que Coraline una fea mujer que trabaja en el circo junto con Paul Dempster (y con la que llega a tener un principio de idilio) le llega a comentar. - No te das cuenta que te preocupas de todos, pero del único del que no te preocupas es de Dunstan Ramsay, de ti mismo. Porque inevitablemente eres lo que en la ópera se denomina "El quinto en discordia", un personaje que normalmente está interpretado por un barítono y que es no tan importante como el bueno o el malo de la obra, pero sí tan relevante como para hacer que la trama evolucione.

Esa reflexión es tan buena y tan maravillosa que me lleva a pensar sobre la existencia de cualquiera de nosotros.
Sin lugar a dudas, somos los actores protagonistas de nuestras propias vidas, pero quizás seamos los quintos en discordia de las vidas de otros e igual lo desconocemos.
Puede que un comentario nuestro haya hecho que alguien se anime a montar una empresa, a emprender un viaje o reencontrarse con un familiar o un amigo que no ve.
A fin de cuentas, sin quererlo, todos somos actores necesarios. Ya sólo por hacerme llegar a esa conclusión, me ha merecido la pena adentrarme en esta magnífica novela.
Maravilloso libro, que cierra un broche estupendo para los textos en los que me he sumergido en este 2019.
Con muchas ganas de continuar la trilogía de Deptford. Ya os iré contando.

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