viernes, 16 de agosto de 2019

ÉRASE UNA VEZ EN ... HOLLYWOOD

Novena película de Quentin Tarantino y como era de esperar, no me ha dejado indiferente. El de Tennessee dice que rodará sólo diez películas y hasta al momento nos ha dejado una cosa clara, son todas imprescindibles.

Bien es sabido, que las carreras de los cineastas se van transformando, que lo que en un principio podría ser una cosa, al final se acaba convirtiendo en otra, pero Tarantino sabía donde quería estar, lo que quería hacer y como hacerlo.

"Érase una vez en... Hollywood" ("Once Upon a Time in ... Hollywood" - Quentin Tarantino (2019)) es un recopilatorio del amor que siente el cineasta estadounidense tanto al cine, como a la televisión y la música.
De hecho, es sorprende, que en determinados momentos de la película, pasen minutos de metraje sin diálogos, con un único acompañamiento, el musical, elegido de manera magistral (algo que ya es marca de casa).

El film está ideado, a su vez, como una especie de viaje dentro de la ciudad de Los Ángeles. Una urbe donde es imprescindible trasladarse a cualquier lado con vehículo.
Así que por momentos, nos adentramos en una especie de Road Movie ya que en los coches, es donde los habitantes de L.A. pasan largas horas del día.
En ellos, se habla de cosas importantes, otras no tanto, e incluso hay momentos en los que hacer autostop puede servir para hacer alguna que otra nueva amistad.

Importante reflejo, el que quiere mostrarnos también Tarantino es el de la sociedad de la época. Unos finales de los años 60 del pasado siglo XX donde sin duda era el fin de una era.
Venían nuevos tiempos (al menos eso se respiraba), los setenta que revolucionaron el cine norteamericano.
Algo iba a morir porque necesariamente algo iba a nacer, y entre medias, los hippies que duraron tan poco, como lo que tardas en decir la palabra que da nombre a dicho movimiento.
Unos outsiders que poco tenían que ver con lo que allí se estaba fraguando.
Discursos panfletarios y antibelicistas, que no recalaban bien en una sociedad, la de finales de los sesenta, que no veía con malos ojos que sus jóvenes fuesen a combatir a Vietnam, porque en realidad, aquella guerra les quedaba lejos, la consecuencias, vinieron después; y con ello, cientos de películas que rechazaron aquel conflicto bélico.

Hollywood era territorio de talento, de sueños, de esperanza, pero también era tierra de emigrantes, (judíos en su mayoría) que habían vivido la barbarie de la Segunda Guerra Mundial y que luchaban por cumplir sus sueños en la tierra prometida.

Un tipo raro como Polanski encajaba a la perfección en aquel Hollywood.
Era talentoso, todos querían estar a su lado, muy probablemente, le veían como un nuevo halo de esperanza del cine y hacia el cine. Era aire fresco al fin de al cabo.
Mientras, su esposa, Sharon Tate no dejaba de ser una babydoll más dentro del Star System de la época.
Tanto es así, que esto se ve reflejado en la película en el momento en el que Sharon acude a ver su propia película a un multicine.
Tanto la chica de la taquilla, como el propietario de la sala no la reconocen.
Para ellos, Tate es una chica más que deambula por Hollywood. La miran de soslayo y en sus rostros podemos leer entre líneas - Podría ser ella o no. Es igual, si dice que es ella, pues será.
Y es entonces cuando todo cambia, Sharon pasa gratis a ver la película e incluso le ofrecen una bebida que ella declina.
Me da la sensación, que Tarantino, basa lo que es la esencia de la película bajo la mirada de quien admira a una actriz, a una mujer que ya no está entre nosotros y a la que le hubiese gustado que tuviese otro destino, otro rumbo.

Seguramente, en sus ratos de cinefilia, ha imaginado que hubiese sido de esta película con Sharon en su reparto, y esta otra, y aquella...
Por eso, al final de la película decide salvarla, decide que Polanski la va a cagar en algún momento de su vida y que el mejor amigo de Sharon se acabará casando con ella.
Eso es lo que ha decidido Quentin y es ahí donde nos quiere llevar.
Al igual que quiere salvar al personaje de Rick Dalton en el momento que atraviesa la casa de los Polanski.

Dalton fue estrella tde western televisivo e hizo papeles exitosos en otro tipo de producciones.
En aquella época o eras actor de cine o de televisión. Te catalogaban.
Y Dalton era un actor de televisión y a medida que pasaban los años, un actor de televisión venido a menos.
Cuando ve que su vida artística comienza a ir en declive decide acudir a Europa a hacer Spaghetti Western, algo que ve con un producto menor, pero que termina aceptando.
Clarividente, es su conversación con Marvin Schward quien le pone la realidad sobre la mesa.
Una realidad, que un principio es difícil de aceptar para él, pero que finalmente a de tomar como un paso más en el camino.
Por eso, cuando atraviesa la puerta de los Polanski y conoce a Sharon y sus amigos, para él se abre una nueva oportunidad. Así que Tarantino también salva a todos esos actores que han de entregar su vida a productos de menor calidad y que a su vez, él, se ha dedicado a dar segundas oportunidades a lo largo de su carrera.

Luego está la otra gran pasión de Quentin Tarantino, los especialistas. Sabe que sin ellos, muchas de las películas de la que ama jamás se hubiesen realizado.
Sabe que la cara B de Hollywood es lo que hace que la industria se sostenga.



Tarantino ama a esas personas dedicadas al oficio del cine, a los que nunca detendrán por la calle para que firmen un autógrafo.
Ama a la gente que se juega la vida (literalmente) en cada plano. Esa gente, que al igual que las estrellas, también son importantes para la que la maquinaria siga funcionando.
Tanto es así, que el personaje de Cliff Booth es algo más que el doble de Dalton.
Es su confesor, es su amigo, es su chapuzas, su manitas, en definitiva, un eje fundamental dentro de su existencia.

Cliff sabe que nunca tendrá un trabajo destacado por el que la gente le pare y por el que será reconocido.
Tampoco será quien recoja un Emmy o un Oscar, sólo será esa persona que acompañe a Dalton. Un rol, que ya tiene asumido y con el que se siente cómodo.

A todo esto, hay que sumar lo que se respiraba en ese Hollywood de la época. Paz y tranquilidad.
Todo eran fiestas, felicidad y éxito. Un clan como el de Manson y "su familia" no encajaban dentro del Los Ángeles de la época.
El asesinato de Sharon Tate hizo que muchas cosas cambiasen. La gente no volvió a hacer autostop (o lo realizó con menos frecuencia), tenían miedo.

La seguridad de ir a un lado a otro, en cierta medida, se perdió. Con la muerte de Sharon Tate también se murió algo dentro de aquel Hollywood que tenía que transformarse. Renovarse o morir. Lo que pasó fue, que ese cambio fue brusco y les adelantó por la izquierda, no se lo esperaban.

En cuanto a las referencias cinematográficas y televisivas, creo que hay muchas, demasiadas como para enumerarlas.
El amor al cine de la época por parte de Tarantino es innegable, como lo es también el conocimiento de directores y actores europeos a los que cambia sus filmografías para beneficio de sus protagonistas, los cuales, no son más que un soporte más dentro del cine de la época.

Y es que estamos ante "La Noche Americana" ("La nuit américaine" - François Truffaut (1973)) de Tarantino. El cine dentro del cine. El rodaje de los western. En "Érase una vez en... Hollywood" ha hecho todos aquellos planos que le hubiese gustado rodar.
Todas las películas bélicas. Todas las matanzas, todo el cine de Serie B. Todo está dentro de esta película, como lo está también Leone. Para él, el mejor director de westerns de la historia, para mi también lo es.
Como también quiero creer, que uno de los personajes que interpreta Dalton es un criminal llamado DeCoteau sea una referencia directa a David DeCoteau. Uno de los mejores directores de Serie B de los últimos tiempos.

Sólo puedo dar las gracias, por la gran experiencia que ha sido disfrutar de esta oda cinematográfica en una sala de cine.
Gracias, por mostrarme que no hay nada más bonito y más frustrante que hacer películas.
Gracias, por dar a los personajes reales y ficticios una segunda oportunidad. Porque de eso va la vida, de las segundas oportunidades; que si uno las aprovecha a su debido tiempo, incluso pueden ser mejor que las primeras.


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