Tras la resaca de los Oscar (bofetón incluido), no era de extrañar que "Los ojos de Tammy Faye" ("The eyes of Tammy Faye" - Michael Showalter (2021)) se hiciese con los Oscar a Mejor Maquillaje y peluquería y Mejor Actriz para Jessica Chastain por interpretar a la susodicha Tammy Faye que da título a la película.
Si bien, como es costumbre en estos premios, es una constante las películas basadas en biopics, (unos más acertados que otros, dicho sea de paso); el filme que nos ocupa tiene un interés especial al menos para el que escribe estas líneas.
Desconocedor absoluto de la figura de Tammy Faye, una tele-predicadora estadounidense que se hizo popular en los años setenta y ochenta del pasado Siglo XX donde junto a su marido Jim Bakker crearon un show televisivo (con mayúsculas) donde daban rienda suelta a la fe cristiana y a la percepción del cristianismo de un modo lucrativo utilizando la creencia en Dios como motor económico.
Y es que como suele pasar en esta serie de imperios basados en el engaño, quienes desde fuera ven esta farsa no les extraña que ese castillo de naipes se desmorone por algún lado.
Dicho imperio, de hecho, se derrumbaba desde sus cimientos porque tanto Tammy como Jim vivían tan prisioneros de la religión, que incluso que el dogma de fe que querían representar era incumplido incluso por ellos con infidelidades por ambos lados.
Pero Tammy además de ser una presentadora de éxito, a su vez cantaba temas religiosos o de villancicos navideños que hacían que sus ingresos incrementasen de manera evidente.
Visto el filme, me parece interesante sacar a la palestra historias como esta (en la que un principio iba con un poco de prejuicio de que me fuese a gustar) y en la que sus dos protagonistas Jessica Chastain y Andrew Garfield (que cada vez me gusta más) están soberbios en sus respectivos roles y que hacen de este biopic un filme entretenido, interesante y que muy probablemente nos ayude a reflexionar sobre los dogmas de fe.
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