jueves, 13 de septiembre de 2012

SUCEDIÓ EN EL CORTE INGLÉS

Hoy es un día normal, o al menos por el momento. Han pasado varias horas desde que me he levantado, y el día me está dando bastante de si.

He tenido que realizar mil papeleos, compulsarlos, presentarlos, etc. Vamos, el día a día de un joven empresario.
A última hora de la mañana me dirigí al Corte Inglés que hay próximo a la Puerta del Sol madrileña. Lo que tenía que hacer era fácil, comprar unas cintas para una de mis cámaras.

Una vez entré en el centro comercial iba pensando en mis cosas. Así, que subí hasta la cuarta planta en vez de pararme en la segunda que era como debía haber hecho.

Ya allí había un gran revuelo entre los dependientes. Un individuo se había apropiado de un aparato electrónico, (por lo que entendí debía de ser un disco duro externo).
Uno de los dependientes, que debía ser el encargado de planta estaba disgustado. Hablaba con una de sus dependientas.

Encargado: Mira que te lo he dicho, que te fijaras en él. Nada más le he visto sabía que iba a robar algo.

La mujer, intentó disculparse .- Mujer: Cuando intenté llamarle la atención echó a correr, no pude hacer nada.

Fue entonces cuando entré en la conversación.

- Ya es mala suerte .- Dije.

Encargado: Lo que pasa es que si estamos pendientes de todo el mundo que entra aquí no haríamos otra cosa.

El hombre me cobró y me fui.

Pensando también en mis cosas me dirigí a las escaleras mecánicas. Fue entonces cuando repentinamente escuché un estruendo.

Dos bolsas gigantes del conocido centro comercial saltaron por los aires.

Un hombre de unos setenta años, caminó en dirección contraria a las escaleras mecánicas. Se calló de frente a estas.
Rápidamente le cogí del brazo, tiré hacia arriba de él como pude.

Desde lo alto escuché una voz.

- ¡Páralas! ¡Páralas!

Un dependiente bajó desde la parte de arriba y llegó a nuestra altura. Apretó el STOP de las escaleras.

Incorporé al hombre. Este, se llevó la mano a su oreja izquierda. Las escaleras, como si de un cuchillo se tratasen le habían rebanado parte del cartílago de su oreja izquierda.

- ¿Se encuentra bien? .- Le pregunté.

El hombre no respondía.

Entre el dependiente y yo incorporamos al anciano. Le sentamos en un banco chiquitillo, color verde, de esos que se utilizan para tocar el piano.

Llegó un chico joven de seguridad. Preguntó al anciano si se encontraba bien y si quería ir al botiquín.

- Estoy mareado .- Respondió tímidamente.

Me incliné y comencé a hablar con el.  De su mano chorreaba sangre.

- ¿Está bien?

- ¿Ha sido en la oreja no? .- Me dijo sollozando.

- Sí ha sido en la oreja, pero no se preocupe que no ha sido nada. - Le respondí.

Dirigí la mirada hacia su otra oreja, por si el destrozo había sido más serio de lo que me imaginaba.

Me percaté de que de su otro aparato auditivo colgaba un audífono. Que tal vez por eso no me respondía en un primer momento, que por eso no podía oírme. Pensé, que quizás, ese aparato se quedó sin pila y falló.

Llegó más personal del centro comercial. Yo ya no pintaba mucho allí. Me despedí del anciano.

- Bueno señor, yo ya me voy.

El hombre alzó la mano, despidiéndose.

A continuación me dirigí al hombre que me ayudó a levantar al anciano.

- Ya me voy.

Preocupado me respondió .- Gracias tío.

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