lunes, 2 de diciembre de 2019

THE IRISHMAN

Poco puedo decir de Martin Scorsese que no se haya dicho ya. La única aportación que puedo hacer a título personal, es que es uno de esos directores que me interesa todo lo que hace y que me muero por ver cada una de sus películas, aunque tengo que reconocer que del total de su obra me quedan dos o tres por visionar.

En cuanto a la película que hoy nos ocupa "The Irishman" (Ídem, Martin Scorsese (2019)), debería de enfocar la entrada en este blog, a que dicho filme podría servir para resumir lo que es y ha sido la obra del director neoyorquino hasta la fecha.
Su cine, siempre será recordado por contar con absoluta maestría en cuanto al género de gánsteres se refiere, dándole una identidad propia, alejada del estilo que acuñó con sello propio Coppola y su saga "El Padrino".
Scorsese se suele fijar en personajes (reales o no) donde sus carreras, en un mundo turbio como el del hampa se ven abocadas a abruptos comportamientos para posicionarse dentro de un micromundo hostil y vengativo.
Porque en esta "The Irishman" el protagonista, Frank Sheeran, pasa de ser un mero transportista, a recadero, a sicario y finalmente hombre incorruptible de Jimmy Hoffa; líder sindicalista y que al igual que el mundo que le rodeaba, era capaz de cualquier cosa con tal de continuar en el poder.
A Hoffa no le importa pasar por la cárcel ya que sabía que en cuanto saliese iba a tener el mismo status que el que ya mantenía antes de entrar. Era una de esas personas que estaban por encima del bien y del mal.
Y es que la vida da muchas vueltas, quizás demasiadas y los que crees que son tus amigos, pueden traicionarte con tal de no perder ellos su propia existencia.
Eso es un poco lo que le pasa a Hoffa, que finalmente es asesinado por Frank quien utiliza siempre un certero disparo en la cabeza sin medias tintas ni contemplaciones.
A fin de cuentas, el irlandés, es tan víctima como el propio Hoffa quien se hace prisionero de su propia trampa.
El punto de partida de la película, no obstante, parte de un Frank en un asilo de ancianos contando lo que ha sido su vida y procurando no abrir demasiado la boca a pesar de que todos a los que puede acusar ya han fallecido.
Y es que en el fondo sigue teniendo miedo de que algo le pueda suceder.
Los últimos momentos de la vida del irlandés se basan en elegir un nicho, un ataúd y confesarse antes de dormir, no vaya ser que la muerte le pille durmiendo y no se haya arrepentido de sus pecados.
Toda una lección del menos es más acontece en este tercer acto del filme.

Con una magistral narrativa a  Scorsese sólo le basta en muchas ocasiones un plano , un plano contraplano o un cenital, para contarnos los que nos quiere contar, dejando en muchas ocasiones que los actores y la figuración hagan el resto, siendo esos momentos donde nos deleita con su sabiduría.
Porque en un cine como el suyo los personajes son lo importante, más aún que los elementos técnicos, que habiéndolos, no son el eje fundamental de lo que nos quiere contar.
Eso es importante, como lo es que los personajes no duden en hablar en italiano o latín, personajes que no renuncian a sus raíces a pesar de estar a miles de kilómetros de distancia. Y es que de eso habla también esta película.

"The Irishman" aunque no sea así, suena casi a despedida, ese mismo aroma que he podido notar este mismo año con las películas de Pedro Almodóvar y Quentin Tarantino, espero que a los tres les quede aún mucho cine por delante, lo necesito.


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