domingo, 20 de septiembre de 2020

EL ÚLTIMO BAILE

Creo que para aprender valores y conocer lo que es trabajar en equipo, todos de veríamos practicar deportes colectivos.

En esos pequeños micro universos que se constituyen una formación deportiva, te ayudarán a ver cómo es el mundo en realidad. 
Encontrarás al solidario, al egoísta, al que quiere destacar sobre el resto, o aquel que te empujará a superarte y ser mejor. 
Y es en este último de los ejemplos donde destacaba Michael Jordan, protagonista de la fabulosa mini serie de Netflix "El último baile" ("The last dance" - Jason Hehir (2020))
Jordan acostumbrado a superarse y a competir, impulsó a sus compañeros para que lograsen lo que ningún equipo de la historia de la NBA ha logrado, la conquista de seis títulos prácticamente consecutivos. 
El jugador estadounidense supo marcar su impronta, la del esfuerzo, la del pique con el resto de sus compañeros para que diesen lo mejor de sí, la de que cada entrenamiento fuese tan intenso como el último de los partidos.
Desde disputadas riñas con sus compañeros en los entrenamientos, a enfrentamientos con rivales, Jordan era capaz de marcar esa diferencia que le convirtió (probablemente) en el deportista más competitivo de todos los tiempos. 

Pero todo héroe no lo sería tanto sino tuviese a su lado a un grupo de gladiadores que le acompañasen en la batalla.
Estos eran desde su inseparable Scottie Pipen, pasando por el irreverente Dennis Rodman o un tímido y trabajador Steve Kerr, que incluso llegó a convertirse en héroe involuntario del quinto de los seis títulos de los Chicago Bulls

Todos ellos capitaneados por Phil Jackson un entrenador con larga experiencia en las ligas universitarias y que terminó convirtiéndose en un referente para toda una generación. 
Jackson, como líder nato o jefe de la tribu, sabía lo que cada jugador necesitaba en cada momento. Entendió la retirada parcial de Jordan para dedicarse al baseball tras la fatídica muerte de su padre y entendía a la perfección las locas salidas de Rodman que acababan con días y días sin aparecer a los entrenamientos. 
Más que un líder espiritual, era un psicólogo capaz de exprimir a sus jugadores y poder sacar lo mejor de cada uno de ellos. 

Pero si todos lograron alcanzar el éxito fue también porque un hombre en la sombra, Jerry Krause quien logró engranar un equipo con pequeñas piezas tanto dentro como fuera del baloncesto estadounidense, que marcaron una época. 
Y es que este deporte siempre será recordado por este Chicago Bulls de los noventa. 



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