domingo, 24 de noviembre de 2019

SYSTEM CRASHER

Me gustan las películas que hablan sobre problemas que en un principio parecen inexistentes para nosotros, pero que sin embargo, están más presentes de lo que un momento imaginábamos.
El desorden de conducta, con arranques injustificados de ira, es un problema que no afecta solo a los menores, sino que también puede afectar a adultos.

En "System Crasher" ("Systemsprenger" - Nora Fingscheidt (2019)), vemos la difícil infancia de Benni, una niña que no ha superado el vivir en un entorno familiar inestable.
Vive en un centro de menores y ha pasado de casa de acogida en casa de acogida, sin que ninguna familia quiera hacerse con su custodia.
En uno de esos centros conoce a Micha. Un instructor que no dudará en luchar para que la niña tenga una infancia feliz.

Es entonces cuando Micha, decide llevarse a la pequeña a una casa en mitad de la nada, sumergida en la profundidad del bosque y comenzar con ella un periodo de reeducación.
Durante este periplo de tiempo, los dos personajes comienzan a tener un lazo afectivo que llevará al instructor a replantearse lo que está haciendo, así que duda si debe de dejar el caso de de la pequeña Benni.

"System Crasher" está rodado por momentos casi a modo documental, desde un punto de vista testimonial, donde la cámara está siempre en constante movimiento, lo que hace que nos adentremos más en la historia, fijándola a su vez con un sonido ambiente, sin estridencias, sólo rotos por una música extradiegética en los momentos que Benni huye, normalmente hacia la nada que le genera la desesperación de la situación en la que vive.
A fin de cuentas, ella no entiende lo que le sucede. No entiende por qué no puede estar en casa con su madre y sus hermanos y tampoco entiende por qué nadie la acepta tal y como es.
Y es que alguien con sus problemas, por un mero hecho de supervivencia, genera distanciamiento, así que la pequeña deberá convivir con un continuo rechazo.

Esa repulsa también se produce en las instituciones, que ya no ven un caso el de Benni como propio, sino que incluso deciden alejarlo de sus fronteras.
Así que durante el tercer acto de la película, la joven siente el abandono de todos los que la rodean, por un lado, su madre la rechaza diciendo que no la quiere volver a ver más y el sistema de educadores, considera que lo mejor para ella es enviarla a Kenia (creo recordar que era ese país africano) donde han llevado con anterioridad a menores problemáticos.
Esa sensación de impotencia e incomprensión que sufre Benni, se nos produce también a nosotros como espectadores, donde nos ponemos en la situación de la pequeña y nos gustaría salvarla; porque lo que ella no sabe, es que con su comportamiento lo único que hace es que quienes la rodean la rechacen.
Pero Benni no es tonta y sabe que ir a África es condenarla en vida, así que huye por el aeropuerto antes de embarcar a esa nueva vida que es el olvido.

Maravilloso film que se llevó el Premio del Jurado en la pasada Berlinare y que para mi ya es de las mejores películas de este dos mil diecinueve.
Mención especial a Helena Zengel que realiza una de las interpretaciones del año como la pequeña Benni y a Albrech Schuch como Micha, el compañero de aventura de esta díscola menor.
Imprescindible no sólo para los amantes del séptimo arte, sino para los que aman la vida en general.
A mi, me ha llenado el alma. 


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