sábado, 24 de diciembre de 2022

MANTICORA


En cada una de sus películas, Carlos Vermut, de una manera u otra nos deja ver su visión del mundo en general. 
No sólo eso, sino que nos muestra su forma de entender las relaciones humanas, las cuales plasma de manera que nos podamos sentir identificados con los personajes que construye. 
Lo bueno de sus films, es que Vermut habla de un contexto social que conoce y del cual se siente partícipe. 
Conoce a la perfección los personajes que construye, sabe su presente, su pasado y las consecuencias de sus actos.
Personajes que aunque parezcan estar a la deriva, en realidad son personajes que bien podrían formar parte de nuestras vidas y en realidad no nos podría llegar a sorprender lo que les sucede. 

Algo así pasa con Julián, el protagonista de esta historia. 
Un joven que se dedica a crear las más siniestras criaturas de los videojuegos y que en cierta medida no posee demasiadas habilidades sociales. 
Le cuesta relacionarse e incluso poder intimar con personas del sexo contrario por las que por lógica  debería sentirse atraído.
Es durante esta dicotomía cuando se producen en él distintos ataques de pánico que no es capaz de gestionar hasta que los especialistas le dicen cómo se debe de tratar. 

Pero lo que aparentemente parecen ataques repentinos sin ninguna explicación aparente, acaban teniendo lógica cuando descubrimos que en realidad Julián se siente atraído por su vecino de unos diez años de edad. 
Julián cree que nunca dará el paso de abusar de él, pero no puede privar sus fantasías. 
Así que aprovecha el programa de diseño al cual tiene acceso debido a su empresa y modelará a su pequeño vecino para satisfacer así sus deseos. 

En ese tránsito de tiempo conoce a Diana, una joven que despertará en él un interés real por alguien más allá de él mismo.
Diana le hará entender el significado de la palabra amor con todos los matices propios de un fin, incluso llegarse a plantear que podrían ser pareja. 
Como era de esperar, la cosa se tuerce cuando en la empresa de Julián descubren en diseño del niño y es despedido, esto hará que no sólo se desmorone su estabilidad laboral, sino social e incluso afectiva cuando Diana se entera. 

Con un durísimo tercer acto, "Mantícora" (Ídem - Carlos Vermut (2022)), nos pone en la antesala de los personajes incomprendidos y como estos en ocasiones a pesar de ser monstruos no quita en que por momentos nos sintamos identificados con ellos. 
Para mí una de las películas del año, no sólo a nivel nacional, sino que muy probablemente internacional.

Ya estoy deseando ver la siguiente película de Vermut.

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