lunes, 19 de septiembre de 2022

JEAN-LUC GODARD


Hacía tiempo, quizás demasiado, que no escribía sobre alguien en la categoría de este blog "Los que se van"
Por un tiempo, me ha perecido que podría llegar a parecer oportunista hablar de alguien que fallece. 
También, llegué a pensar que escribir sobre la emoción que produce la pérdida de alguien que conoces podría llegar a resultar incómodo para sus familiares y amigos. 

Bajo este marco de pensamiento, que no sé por qué me ha inundado durante mucho tiempo, he dejado de publicar en esta categoría del blog desde el 7 de Julio de 2021, hace más de un año tras la muerte del siempre fantástico Richard Donner

Durante este tiempo, me hubiese gustado hablar de personas cercanas a mí que han dejado de estar con nosotros, o incluso hablar de distintos artistas que también he admirado y que se hubiesen merecido unas líneas. 
Sin lugar a dudas, de la persona que me hubiese gustado escribir es sobre mi abuela María Jesús fallecida hace casi ya un año, pero influyó tanto en mi que no me vi con fuerzas para escribir sobre ella, quizás, ni siquiera la he llorado lo suficiente, pero estoy seguro que me habrá perdonado. 

Al igual que la muerte de mi abuela, en mí se produjo una gran tristeza (evidentemente no es comparable), el anuncio de la muerte de Jean-Luc Godard
De hecho, viendo sus últimas intervenciones en entrevistas o fragmentos de internet donde se ponían algunas de sus declaraciones, me daba la sensación de que en cierta medida ya estaba cansado de vivir. 
Y mi pálpito no se equivocó, puesto por lo que he leído recientemente, Godard murió de manera asistida, algo que solicitó previamente. 

Quiero imaginarme esa muerte de una manera bucólica y afable, donde Godard disfrutaría de ese último aliento de su existencia al igual que el protagonista de "Las invasiones bárbaras" ("Les invasions barbares" - Danis Arcand (2003))
Considerado un irreverente, anárquico e incluso loco; recordemos que el inicio de "Prénom Carmen" (Ídem - Jean-Luc Godard (1983)) vemos al propio cineasta internado en un psiquiátrico. El francés siempre hizo lo que le dio la gana.
Reflexionando, quizás al igual que muchas personas dedicadas al arte, Godard no era un loco, sino probablemente un incomprendido. 

Obsesionado en los últimos tiempos con los episodios acontecidos en la guerra de los Balcanes y con grandes pasajes dedicados a Sarajevo, Godard encontraba el equilibrio perfecto entre la realidad y la ficción, la cual no dudaba entremezclar en cada uno de sus trabajos. 

El cineasta parisino era la máxima expresión de la Nouvelle Vague donde la única norma era que no había normas. 
¡Fuera las películas de estudio!, ¡viva los escenarios reales!, las cámaras en mano, la improvisación, el retratar a personajes de la calle, el salto de la viñeta al celuloide, la reinvención de personajes que parecen sacados más de un tebeo que de una ficción, todo eso era Godard

Si os fijáis en algunas de sus películas se le ve a él mismo reflejado en espejos o escaparates operando pesadas cámaras de cine. 
Creo que junto a Herzog y Cassavettes, son los tres cineastas que más representan lo que es un cineasta completo, entendiendo no sólo el cine como forma de expresión, sino también como forma de vida. 

Por un instante, me hubiese gustado meterme en su mente y contemplar cómo veía el cine o si por el contrario, el rodar una flor o un ensayo de los Rolling Stones eran para él exactamente lo mismo.
Algo me dice que sí. 

Con él se ha ido parte de la historia del cine, al menos parte de la que a mí me interesa. 
Descansa en paz maestro, te lo has ganado. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario